†Capitulo 22†

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No se exactamente cuánto tiempo a pasado, si solo horas o tal vez unos cuantos días, ni siquiera recuerdo haber dormido por mucho tiempo, cada vez que cierro los ojos no puedo ver más que el rostro de mi madre con esa sonrisa de oreja a oreja que me alegraba el peor de los días con solo verla. Las miradas idénticas de Maria y Victoria, de sus voces chillonas cuando venían a despertarme a mi habitación. De todas las noches que nos sentamos en la sala a ver una simple película y eso es lo que más duele, los pequeños detalles esas cosas que antes me parecían insignificantes y que hoy daría lo que fuera por hacerlas junto a ellas una vez más.

No puedo evitar llorar cada vez que pienso en ellas, pensar que nunca más podré estar a su lado, que no escucharé sus gritos, sus risas, que no las podré ver mas a los ojos, que nunca más podré abrazarlas, que mi mamá ya no vendrá a decirme que todo estará bien cada vez que tenga una pesadilla o un mal día. Lo peor de todo es saber que yo tendré que vivir una vida miserable, que ahora solo estaré yo en el mundo sin nada por que vivir, sin ningún motivo por el cual levantarme cada mañana. Lo perdí todo, el me quito lo único que me quedaba en este asqueroso mundo.

¿Podré superar esto alguna vez? ¿Aunque sea volveré a sonreír una vez más? ¿Podré irme a dormir algún día sin sentirme que no valgo nada? Y lo más importante aún ¿Podré tan siquiera salir de aquí?, Son las preguntas que rondan mi cabeza cada vez.

No he comido ni bebido nada desde que me encerró aquí, aunque ha venido varias veces a traer agua y comida nunca la he tocado, solo la arrojo con furia a cualquier parte ¿se cree que podremos ser una familia feliz?, Me causa impotencia cada vez que viene con esa sonrisa arrogante a traerme algo solo quisiera poder estamparle algo contra la cara, hacerlo sufrir de la misma manera que el hace que sufra, que me ruegue por su vida por que lo deje en paz, quisiera poder causarle el mismo dolor que el a mi.

Al menos tuvo un poco de compasión por mi y dejó la bombilla encendida -que tampoco es que ilumine mucho el lugar pero es mejor que no poder ver absolutamente nada- la última vez que bajo.

Mi barriga ruge por el hambre como llevá haciendo este tiempo y sigo con la idea de no comer ni beber nada que venga de ese malnacido, pero aunque quisiera morir de inanición o deshidratada la parte coherente de mi cerebro que gracias a dios aun funciona...

Eso fue un golpe bajo cariño.

...Me hace entrar en razón, no puedo morir aquí, no puedo estar aquí sin hacer nada por lo que me queda de vida.

¿Y que harás, matarlo?

Pues no sería una mala idea.

Pues te recuerdo que estas atada y tumbada en un colchón viejo cariño, ¿le lanzaras el agua de la esquina en la cara y el solo morirá?.

Aunque no me guste aceptarlo mi conciencia tiene razón.

¿Cuando no la he tenido?.

Tengo que dejar de lamentarme por un momento y hacer algo al respecto, solo necesito encontrar una manera.

Me arrastro un poco por el viejo colchón y tomó la botella de agua que está al lado de este. La sensación del agua bajando por mi garganta seca es una de las mejores que he tenido en toda mi vida, como si no hubiera bebido agua en meses, nunca pensé que disfrutaría tanto de un trago de agua.

Me bebo casi toda la botella y la lanzó a cualquier parte. Paso mi vista por la habitación pero no hay literalmente nada, además de el maldito colchón donde estoy ahora no hay nada más. Mi vista se detiene en la puerta desgastada que tengo en frente, ni siquiera me recordaba que estuviera ahí.

Apenas y consigo fuerzas para levantarme.

Tendrás que dejar tu ego a un lado y comer algo, por que así no saldrás de aquí.

Dark ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora