Romance en la nieve III

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El suave sonido de sus labios chocando con los suyos era lo único audible entre la locación de los altos pinos y los pequeños arbustos que se encontraban antes de llegar al lago del bosque. Sus manos recorrían su cintura, su espalda era presionada contra la corteza del árbol y sus pechos eran masajeados por el estremecedor toque del albino, su cuerpo se tensó al sentir como sus manos buscaban desesperadamente deshacerse de su corcel que acostumbraba a llevar.

Un gemido ahogado por los labios del contrario le hizo darse cuenta de lo perdida que se encontraba entre los brazos de él, la sonrisa triunfal del heterocromático se disparo con dejes de egocentrismo al ver la reacción de la pequeña azabache que se removía en sus brazos ante su tacto, cuando por fin logro arrebatarle ese pedazo de cuero que le impedía recorrer su cuerpo con mayor facilidad le dio un suave tirón a su cabello para dejar expuesto su cuello y disfrutarlo a su antojo, lo ataco cuantas veces quiso, los gemidos que producía eran la mejor melodía que podían captar sus oídos.

Se relamió los labios al ver las mejillas sonrojadas y la leve capa de sudor que empezaba alojarse en su frente, la respiración agitada que hacia a sus pechos subir y bajar una y otra vez era una vista casi perfecta de como quería tenerla. Había imaginado tantas veces hacerla suya de una buena vez por todas que a la primera oportunidad que tuvo la aprovecho para hacerle saber su anhelo, para su sorpresa ella no puso objeción alguna. Tuvo la idea de incitarle a que ambos se deslizaran hasta el suelo, fundiéndose en un beso más desesperado, ella correspondió enredando sus dígitos en su cabellera bicolor, se abrió paso entre sus piernas soltando un gruñido cuando su abultada entre pierna hizo contacto con la parte baja de ella, estaba ardiendo como el infierno.

Busco exponer la piel del bicolor en un deje de calor físico, sentía que en cualquier momento podría derretirse. Sus manos viajaron debajo de su camisa con el fin de tocar su torso semidesnudo, mientras que él por su lado subía de forma lenta aquella tela que cubría sus piernas sin dejar de besar su cuello, deslizo una de sus manos por debajo de esta, le excitaba ver los gestos que su mujer hacia cada que presionaba aquel botón. El veía desde arriba todos y cada uno de los movimientos que su cuerpo emita.

-D-detente~-. intento que la cuerda floja del raciocinio no terminara de romperse. El solo sonrió en respuesta, la reacción de su cuerpo contradecía su petición.

-No te escucho ¿Dijiste algo cariño? ~-. El besó una vez más sus labios, quitándole oportunidad de articular palabra.

-Ah~ mmgh~

Hace meses su amigo Bakugou le había mencionado lo bien que se sentía estar con una mujer, el hacía oídos sordos por no querer escuchar de esa forma inapropiada lo que su fiel amigo le contaba sobre el sexo, el pudor se apoderaba de él cuando se trataba de la chica que le gustaba, pero una vez que la vio sin querer en el lago mientras se bañaba absolutamente desnuda, no pudo quitarse la imagen de Yelena sin ropa de su mente. Empezó a fantasear con hacerle el amor de mil maneras pero jamás se atrevió a decirlo hasta que ella fue quien lo descubrió observándola con esa mirada. Un solo beso entre ellos desató un encuentro que profesaba deseos impuros de parte de ambos. Lo estaba disfrutando en todos y cada uno de los sentidos y no quería arruinarlo, por ello optó en detenerse y pedir su permiso indirectamente.

-Pídemelo~-. Dejo de besarla para verla directamente a los ojos mientras jugaba con sus labios humedecidos a causa de la estimulación que se encontraba haciéndole debajo de su falda. Ella no pareció comprender a lo que se refería, su mirada mostraba confusión, a lo que él respondió deteniéndose-. Pide que te haga mía. Pídeme lo que quieras y te lo daré.

Ella quedó estática en su lugar, más que palabras hechas por “el momento”, parecían ir enserio en todos los sentidos, el rostro de Shoto se encontraba sonrojado más eso no fue motivo para titubear en sus últimas palabras, Yelena extendió sus manos hacia su rostro y el no dudo en avanzar hacia ella para refugiar sus mejillas, ella le recibió con caricias. No era sexo y lujuria solamente, ambos lo sabían, sus miradas emanaban amor, sus caricias sobre su piel iban dedicadas con profundo cariño, se había enamorado como un loco de Yelena, su instinto lobuno le había hecho escoger a la que seria su pareja, a la que quería a su lado, no para ratos no para placer solamente, si no para toda la vida que los cielos le permitieran vivir.

-Soy tuya Shoto–. Una sola frase que fluyo de los labios de su amada fue suficiente para terminar de sellar su amor.

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BESITOS🥰

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