U n p e s o m u e r t o

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Por siempre seré un peso muerto.

Desde que marchaba, descalza e ignorante;
Hasta cuando cargué al sistema solar entero
con mis pequeñas pero útiles manos.

Realmente las juzgaba útiles,
aun cuando algunos fragmentos se deslizaban
entre mis dedos.

Más las estrellabas estaban seguras, los planetas oscilaban como debían, mis manos estaban callosas y cansadas, pero
un "te amo" es una tirita eficaz para una niña.

¿No estamos aquí para amar y ser amados?

¿No era esa la razón por la que hice todo a un lado?

Eran ustedes,
son ustedes,

Mis planetas y
mis estrellas.

Mi cosmos entero.

Hoy camino con los pies descalzos, porque los zapatos me incomodan,
y
hablando de zapatos
Francamente los tacones nunca me sentaron bien.

Preferí apreciar las piedras y la tierra bajo mis pies,
ese pequeño recordatorio del dolor, dolor que solo sienten los vivos.

Porque he vivido, ¿no es así?
Puedo jurar que he vivido.

He sobrevivido, he existido, lo he hecho, juro que lo he hecho.

Aunque no haya sido para mí, respiré
pese a que no es por mí,
sigo
respirando.

Sigo caminando y cada paso es agonía.

Y cuando mis pulmones, inhalan aire, se lo robo a alguien más, que a lo mejor
si es digno de ese oxígeno.
Ese oxígeno que se desaprovecha en mí.

Y la silla que ocupé en el café ayer se desperdició en mí.

Y el amor incondicional que les di no fue más que una carga

y solamente quiero mi tiempo y mi vestido de graduación de vuelta.

¿Es mucho pedir un mar para compensar las lágrimas?

¿No es natural el anhelar un "gracias"?

Un "lo siento mucho",

un "me sujetaste por tanto tiempo, es hora de descansar".

Pero mi desvalido corazón fue nada más un peso muerto,
Y sus declaraciones de amor tenían condiciones.
Debí ser menos ingenua, debí leer el contrato.
Debí imaginar que era amada mientras era útil y que
cuando mis manos cayeran
caería también su amor,
si es que amor alguna vez fue.

Debí leer entre las líneas.

Mi culpa es el no haber sido fuerte, inquebrantable, incorruptible.

Mi amor fue un peso muerto,

mi amor es un peso muerto, un lastre.

Mis sentimientos desechados no tienen techo
y
no hay ningún centro de reciclaje que
les devuelva el sentido o el valor.

Las pastillas y mis ojos muertos son un inconveniente.

Realmente debí leer entre las malditas líneas.

Tal vez entonces podría haberme salvado.

Pero soy un peso muerto,
cuando no puedo sonreír de manera convincente
cuando no puedo parar de llorar,
cuando no puedo cerrar los ojos, porque si afuera es un abismo adentro es un infierno.

Cuando pregunté por qué,
si me lo merecía,
si no soy diferente del colchón en el que se recuestan, libres de pesadillas,
el mismo que botan cada año cuando está ya muy sucio
y desgastado.

Mi alma mugrienta y mi espíritu hecho polvo,
mi autoestima, que huyó por la ventana años atrás
y yo,
el eternamente maldito peso muerto.

Amor, Soledad y PenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora