“Que esto dure lo que tenga que durar. Que dure una milésima o una eternidad. Me da igual, siempre y cuando esta sea a tu lado.”
Hanemiya Kazutora –
Pasar entre las exaltadas figuras anatómicas se volvió una tarea amena al sentirse reconfortado por la gélida mano huesuda del chico, la cual, le otorgaba un delicado tacto que envolvía con parsimonia su piel de gallina. Suave y dulce era ese apretón que le otorgaba, jalando con mínima fuerza, pero suficiente firmeza como para no ser capaces de soltarse ante el incesante choque contra los cuerpos ajenos. Su corazón latía profundamente contra su caja torácica al estar con suficiente lucidez para percatarse de que estaba tomado de la mano con aquel muchacho, atravesando una bulliciosa multitud hasta la salida. Pocas veces en su vida sintió la emoción y la adrenalina de ir a pasear con algún desconocido por la ciudad, en una silenciosa noche de agosto. Quizás, esa sensación desconcertante jamás existió con otra vida, por lo que le confundía y le hacía sentir asustado; asustado de sí mismo, al confiarse ciegamente en alguien de quien no tiene pista.
Cualquier sentimiento de duda se evaporó al volver a contemplar los rasgos del chico, ahora más claros por la luz blanca de la entrada. Aquella resplandeciente y astuta sonrisa que revelaba con picardía, la cual creaba ese involuntario instinto de imitar la mueca con innegable timidez. Sus bellos ojos luminosos de singular mezcla azul esmeralda. Un etéreo toque en su callosa mano, tan delicado que lo creía irreal. Le daba seguridad, y una desconocida sensación de que todo estaría bien desde ahora, a pesar de sí mismo.
Supo entonces que, durante esta noche, le seguiría hasta el final del mundo, si es que era lo que deseaba.
El helado viento del anochecer les acarició el rostro en cuanto se vieron expuestos a la intemperie, empapándoles del dulce aire fresco que comenzaban a extrañar después de horas respirando el sofocante oxígeno de la cerrada discoteca. El exorbitante volumen de la música se volvió un simple eco cuando se vieron caminando a la acera contraria, poniendo la distancia que ambos esperaban, pero no se habían atrevido a aceptar hasta aquel momento en el que se desconectaron del bullicio, adentrándose en la solitaria vida del vagante nocturno, obteniendo la tan ansiada calma de la que estaban necesitados.
El frío ambiental fue un elemento extremadamente secundario para ambos chicos, quienes se mostraban ajenos e ignorantes a todo, tan solo concentrados en esa satisfactoria chispa que se propagaba en la piel de sus manos enlazadas, transformándose poco a poco en un peligroso fuego abrasador que subía por la longitud de sus cuerpos. Poco les importó la posibilidad de quemarse, entregándose plenamente a su deleitosa letalidad, dispuestos a consumirse en interior de su tóxica burbuja. Tan sencillos, tan jóvenes y nefelibatas, al igual que el soñador manto negro de la noche, salpicado de las esferas de luz que iluminarían su camino.
Observó la mano del muchacho envolviendo la suya, como un curioso gatito que presta atención a un juguete nuevo. Bajo las farolas de luz de la calle podía notar que era tan pálida como suponía, y la mera imagen del contraste en sus tonos de piel le causó ciertas ganas de reír, sin saber el factor gracioso en el asunto. Largos dedos descuidados en la parte de las uñas, en donde se notaban marcas de ansiedad dolorosa, por la cual, preferiría no preguntar.
El más bajo de ambos observó al mayor de reojo, notando esa especial atención en aquel apretón que les unía, el cual fue disuelto en ese mismo instante, llevándose una queja apenas audible del de cabellos policromos. Sonrió para sí mismo, dándole la espalda a su acompañante, quien se había quedado estático al notar el vehículo estacionado detrás del callejón al que le había inducido.
– Estás totalmente demente. – Sentenció al final, negando con la cabeza sin pestañear siquiera. Sus dilatados ojos miel fijos en aquella flamante Harley Davidson apoyada contra el frío muro de ladrillos. – ¿Quieres asesinarte, chico?
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Entre alcohol y tabaco [Kazufuyu]
FanfictionQue esa noche estrellada en la que nos conocimos dure eternamente en nuestros corazones, atesorandole como el recuerdo más preciado en ambos, en donde nos envolvimos dulcemente en nuestra perdición.