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“Porque hemos nacido para sufrir y llorar. Si realmente estamos destinados a esto, entonces quiero ser ese pegamento que, cuanto te abrace, sea capaz de juntar todas tus partes rotas.”

Matsuno Chifuyu

 Solo la blanca luz que traspasaba los cristales de aquel supermercado fue testigo del rechinido de los neumáticos, cuando ambos jóvenes derraparon descuidadamente sobre el pequeño estacionamiento del local, sin preocuparse en absoluto del riesgo al que se acaban de exponer. El frío había empeorado, y la nariz del pelinegro ya se encontraba demasiado helada como para que pudiese sentirla, más este era un factor que no le importaba en lo absoluto.

  Tan pronto como el motor dejó de sonar, el mayor se alejó tímidamente de la anatomía del muchacho, con el rostro coloreado de un intenso rojo y la mirada baja. La falta de calor que dejó hizo que su piel se erizara debajo de la camisa, y sintió un extraño vacío que no pudo entender del todo, limitándose a excusar la sensación con el clima de esa bonita noche para su propia satisfacción mental.

    – ¿Es la primera vez que andas en motocicleta, Tora? – Inquirió de pronto, desabrochando el casco que cubría su cabeza. Hebras azabaches se asomaron rápidamente por los costados, tomando un mejor orden cuando el chico sacudió la cabeza de lado a lado. – Aprietas mucho, hombre.

  Era un pequeño comentario con ciertos tintes burlones para dar hincapié a un tema de conversación ligero. Enrojeció incluso más, sintiendo su corazón acelerado y su respiración un tanto entrecortada. Poco fue lo que pensó antes de bajar de la motocicleta, para así, poner una distancia prudente entre ellos dos, preso de la vergüenza y la timidez por su involuntaria reacción al tenerle tan cerca. Sus orbes dorados se enfocaron en los botines que traía puestos, sintiéndose poco capaz de corresponder la intensa mirada que el chico le estaba dirigiendo en ese preciso instante. Aún el casco permanecía sobre la cabeza, aplastándole moño que había formado con las hebras del sedoso cabello que poseía.

    – Lo siento… No fue mi intensión… – Su tono fue bajo y entrecortado, casi como si lo hubiese susurrado. Sentía que había cometido un error, y eso, de cierta forma, le ponía demasiado nervioso. No era una reacción usual en su persona.

  Los orbes azulados del muchacho le observaron por varios segundos, notando cómo es que la tez almendrada tomaba un tono rojizo afiebrado ante la luz blanca. Quería saber de qué se trataban los extraños pensamientos que podían surcar su mente, y el motivo por el que se cohibiera tanto ante un minúsculo comentario bromista de parte de su persona. Al final, sonrió enternecido por la adorable imagen que le regalaba el muchacho, abrazándose a sí mismo, con la mirada centrada en sus zapatos. Aún se cuestionaba a sí mismo si es que ese hombre era real, o tan solo un producto de su segador alcoholismo. Una silueta tan etérea, cálida y libre de cosas superfluas que la creía imaginaria, puesto que un ser de esa índole no le hacía sentido con lo podrido que estaba el mundo.

  Negó con la cabeza, embelesado por la angelical escena que mostraba ese esbelto muchacho, y se decidió por bajar de la motocicleta con cuidado. Sus pasos pronto se dirigieron hacia el de largas hebras. Tuvo la intensión de retroceder avergonzado, más el menor no le permitió ejecutar acciones, tomándole de la muñeca con una delicadeza surreal, tan suave como el terciopelo. Su mano libre se dirigió sin ápice de vergüenza hacia el largo cuello del muchacho, soltando el seguro del casco de seguridad ágilmente. Fue deslizado paulatinamente, de una manera muy suave, hasta que este se desprendió de su cráneo, dejando libres los oxigenados cabellos, los cuales, le cayeron por el rostro.

    – Era una broma, hombre… No lo tomes a mal. – Anunció, soltándole de la muñeca y emprendiendo camino a la Harley, depositando allí el casco. Sus huesos sonaron al momento en el que subió los brazos con la intensión de estirarse, despreocupado de cualquier circunstancia que pudiese rodearle en ese momento. – ¿Qué vamos a tomar? ¿Tomas cerveza? Quizás tragos más dulces, o lo que quieras…

Entre alcohol y tabaco [Kazufuyu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora