Cαpítulo 11

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Panecillos con relleno de fresa.

«Enamorarse no es amar, puede uno enamorarse y odiar al mismo
tiempo.»

Marshall

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Marshall.

   —Quiero que te portes bien, me oíste.

   —Ujum...

   —Nada de "Ujum" quiero que te portes bien o el bueno para nada de tu padre no hará más que joderme por "no criar bien a su hijo", pues claro él puede decirme eso luego de rehace su vida criando a hijos ajenos. Pero que ni crea yo voy a permitir eso.

   Aún era difícil de creer que veía los henormes edificio convertirse en eternos caminos boscosos amedida que el auto avanzaba. Ese sería mi primer verano pasándola lejos de la gran ciudad, donde había civilización y una buena cobertura de wi-fi; y todos gracias al nuevo esposo de mi madre, quien exigió por lo menos hecharme de la casa por un año hasta que ya que su nuevo bebé necesitaba el 100% de atención de mi madre, y un adolescente que iniciaba su transición a alfa le quitaría demasiado de su tiempo.

   Era obvio que mamá prefirió hacerle caso al imbécil de Patrick, que más podía decir ella estaba tontamente enamorada y no le importaba mandar al fin del mundo a su hijo con el padre que no había visto casi 6 años, luego de que se mudará ese apestoso pueblo inexistente en el mapa, disque para "buscar nuevos talentos".

   —Ey, oye mírame.— el auto se detuvo y mamá chasqueo sus dedos enfrente de mi rostro. —Se lo que estás pensando, y no, Patrick no te echo de la casa, ¿Ok? Solo será en vacaciones, luego regresaras con nosotros, tu padre también tiene la obligación de quedarse contigo.

   Lo que ella no sabía es que había escuchado perfectamente su conversación nocturna con su marido. Maldito Patrick, Patrick espero que tu bebé no sea igual de retrasado que tú.

   Ni siquiera ese imbécil habia sido capaz de acompañarla. La barriga de mamá estaba enorme, parecía que iba a estar apunto de dar luz, es más, si lo hacía en cualquier momento él se enfadaría con ella y la llamaría irresponsable por llevarme ella misma en ves de mandarme en autobús en un viaje de seis horas.

   Mi madre era muy buena para conseguir estúpidos como pareja.

   —Bien.— solo respondí antes de abrir la puerta y bajar del auto.

   Mientras sacaba mis maletas de la casuela mamá tocó el claxon un par de veces y segundos después una empleada abrió la puerta, puede escuchar como mamá se quejaba de eso en voz baja, pero era obvio que mi padre no estaría en casa y mucho menos con una pasarela a puertas.

   —¿No te vas a despedir?

   Continue caminando, ella era una mujer con mucha paciencia pero vivir al lado de un idiota la había hecho cambiar. Bajo del auto y se asomo se asomo por ensima del techo.

¡¿Que mierda con el puto amor?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora