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-¿Jabón con algas del mar? – la cara de Akira estaba en un modo incrédulo, sin dudas la ciencia era rara.

-Afirmativo, con el carbonato de sodio de las algas y aceite, tenemos jabón, la piedra de la vida en nuestra situación actual.- Senkuu explicó por tercera vez a la chica con una calma terrorífica, de seguro el cerebro de la ojí-esmeralda se había desenchufado con el paso de los años.

Sentados frente al mar a solas, Taiju y Tsukasa estaban recolectando alimentos y dejaron a Senkuu para que le explicara todo lo sucedido a la amiga de este último. A pesar de la serenidad del primate de secundaria más fuerte, la emoción y felicidad brillaban en sus ojos marrones al encontrar la estatua de su mejor amiga de infancia, sin dudas la despetrificaría en cuanto pudiera.

-Ne ne, Senkuu-san, sin dudas eres lo suficiente inteligente como para salvar a la humanidad - las palabras de Akira hicieron al científico postrar su mirada sobre ella. Sus ojos esmeralda brillante miraban con melancolía el horizonte donde se perdía el Sol, sus cejas color naranja fruncidas y sus labios finos apretados -. Cuando me petrifiqué estaba a punto de cruzar la calle, se suponía que ese día me encontraría con mi madre para tomar té en su lugar favorito, sin embargo tan pronto me volví piedra imaginé que un carro me había atropellado y que la sensación de estar estática era una simple ilusión de mi cabeza adornándome a mí misma mi muerte dolorosa.

Se quedaron en silencio, los ojos volcánicos de Ishigami la estudiaban profundamente. Sus ojos no estaban fijos en él pero eran un libro abierto desde cualquier ángulo. Nunca creyó en la ficción pero se dejó llevar por la imaginación natural que todo ser humano fue bendecido, se dejó llevar por la magia y descubrió en aquellas esmeraldas tristeza, mucha tristeza, pero sin embargo en una esquinita un brillo minúsculo de esperanza y alegría.

Akira giró su rostro directamente hacia el mayor -. Gracias por esforzarte tanto por los humanos inútiles como yo, Senkuu-san. – sus palabras lo sorprendieron, abrió sus ojos asombrado.

-No creo que seas un humano inútil, en realidad ninguno lo es, simplemente nunca hallaron algo satisfactorio como para esforzarse y salir adelante.- sus ojos no se despegaron.

Akira fue la primera en ceder la mirada, sus orejas se calentaron, volvió a observar el mar. Obviamente estaba feliz por "volver a la vida" pero todavía sentía un vacío en el pecho. ¿Extrañaba a su familia? Claro que sí, desde pequeña recordaba su hogar como uno derrochante de amor, sus padres nunca peleaban debido al profundo amor que se tenían, sus hermanos eran ángeles a los que amaba más que a su vida, pero no estaba preocupada porque el despertar en aquel mundo de piedra le daba la seguridad de que todos lo harían. Sin embargo ese no era la fuga de su corazón. La humanidad a la que tantos años, décadas, milenios, siglos les habían costado lograr llegar a sobrevivir en el mundo primitivo y crudo donde nacieron simplemente desapareció en segundos, fueron reducidos a nada. Las vidas que se llevaron las enfermedades mortales para lograr una cura, las guerras y crisis que sobrellevaron para al final terminar así; hechos piedra. No conocía los ideales de aquella persona –si así se le podría llamar- que petrificó a la humanidad, probablemente eran mucho más complejos de lo que la inteligencia de Akira pudiera calcular pero cualquier ideal no era lo suficientemente completo como para hacerle daño a los demás, te convertía en un monstruo no en un genio.

A Senkuu se le revolvió el estomago al verla perdida en sus pensamientos. Se suponía que lo normal era enamorarse de la visión de una persona distraída pero no pensaba lo mismo, como siempre.En su punto de vista Akira parecía un cadáver con los ojos abiertos porque sus ojos verdes en aquel momento no tenían brillo alguno que mostrara las cosas felices que flotaban en su mente, al contrario, estaban opacos y tristes. Los pensamientos tristes no eran buenos para alguien destinado a cosas grandes, Senkuu estaba seguro de eso, porque la Ando tenía la suficiente inteligencia y voluntad como para salir adelante y podía romper la lógica aquella de que normalmente solo 150 personas eran capaces de seguir un idealismo, Akira estaba destinada a comerse la Tierra, el Sistema Solar, la Vía Láctea y el resto del maldito universo.

-Si crees que eres una persona inútil, estoy dispuesto a mostrarte todo lo contrario, zorro rojo.- ¿por qué sonó tan cursi? Maldición, por el apodo el rostro pecoso frente a él se pintó de rojo claro, sus esmeralditas hermosas se dislocaron y con la vista podía decir que el repentino aumento del movimiento del pecho quería decir que su corazón se había acelerado.

"Zorro rojo" si, Akira ya tenía las pruebas para demostrar que se había enamorado de Senkuu desde que el caparazón de piedra sobre su piel se rompió.

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El cuerpo muerto de Senkuu cayó sobre la tierra, los gritos de Taijuu y Yuzuriha, el traqueteo, todo se volvió un pitillo en los oídos de la adolescente de quince años.

Paralizada.

Fue ingenua al pensar que Tsukasa y el científico simplemente hablarían y ¡puf! todo resuelto. No sabía de lo delicadas que estaban las cosas entre ellos cuando acompañó al primate más fuerte de Secundaria a por ácido nítrico y este le contó el plan de apoderarse de la fuente, aceptó por lealtad a su mejor amigo aunque siempre pensando que era una broma.

No era una broma.

Lo vio todo como si realmente no estuviera ahí parada, enterraron a Senkuu, Tsukasa comenzó su imperio, solo en las noches parecía volver en sí para solo llorar por el idiota científico. Maldito bastardo que la había enamorado perdidamente en unas semanas y luego morir para dejarla con el corazón roto.

Encontraron la aldea primitiva, pero Senkuu no estaba. ¿Fue entonces que el verde esmeralda brillante pasó a simple y crudo verde opaco? Shishio no era idiota y sabía lo que su amiga sufría pero debía ser realista por lo que prefirió simplemente darle su espacio.

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Simple" Senkuu Ishigami✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora