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Un adorable chico en bicicleta apreciaba el cielo rogando por dentro que ninguna estrella fugaz pasase antes de encontrar un lugar cómodo para pedir un deseo. Podía ir al río Han, pero quedaba un poco lejos, y para su suerte, mirando alrededor del vecindario, encontró un interesante lugar dónde la vista sería esplendida.

El domingo por la noche Jimin había terminado de hacer los últimos deberes de la escuela para el siguiente día. Estiró su espalda y brazos mientras bostezaba. Se alejó de su escritorio, y luego de cambiarse a su pijama, miró su televisor debatiendo si aguantaría ver una película antes de ir a dormir o si se era preferible ir a descansar directamente.

Rascándose el estómago bajo la fina tela de su remera, se decidió por ir a descansar. Aunque ese plan quedó a medias cuando al abrir las sábanas para meterse bajo ellas, dos toques se oyeron venir del ventanal que daba hacía el balcón.

Se quedó helado en su lugar, ¿Había sido su imaginación o es que alguna rama de un árbol había golpeado el vidrio por acción del viento?

—Imposible, no hay ningún árbol cerca.

No podía ver detrás porque las cortinas negras tapaban el exterior, se quedó parado unos segundos más, expectante. Otra vez se oyeron dos suaves toques.

El corazón se le estaba por salir, ¿Y si era un ladrón? No, ningún ladrón anuncia su llegada antes de entrar a robar. Temeroso se acercó con cautela, miró las cortinas por un segundo, antes de tomar valor para separarlas de par en par.

—¡Boo!

Jimin dio un salto en su lugar antes de reconocer al tonto en el balcón detrás del vidrio. Llevó una mano a su pecho para verificar si su corazón estaba bien, y recobrando el aliento, abrió el ventanal.

—¿Cómo...?

—Sí, buenas noches a ti también. Es un gusto volver a verte.

Jungkook se invitó a entrar a la habitación, mientras Jimin seguía preguntándose cómo diablos había hecho para subir hasta el segundo piso si es que del lado de su cuarto no había nada por dónde pudiese escalar. Y sobre eso, ¿¡Cómo sabía dónde vivía si nunca se lo había contado!?

—¿Puedo saber qué haces aquí a esta hora de la noche y cómo sabes dónde vivo?

—Pasaba por el vecindario buscando un lugar para ver las estrellas cuando noté que tienes un lindo tejado para eso.

—Sigues sin decirme cómo sabes dónde vivo.

—¡Perfecto! ¡Subamos ahora!

Ignorándolo olímpicamente se dio la vuelta, de todas formas no tenía tanta curiosidad de inspeccionar las cosas ajenas. Salió al balcón y se trepó para subir al tejado sin preguntar si era invitado o no.

—¿Por qué cada vez que estamos cerca no paro de suspirar? —Se preguntó Jimin soltando el tenso aire en sus pulmones que le había quedado del susto. Salió a averiguar cómo es que había podido escalar hasta su cuarto, y resulta que las paredes de su casa estaban hechas con rocas desniveladas por las que tranquilamente se podía agarrar. —¡Oye, nunca dije que podías subir!

Al no recibir respuesta, se colocó unos zapatos deportivos para escalar. Jungkook ya se había sentado y de su bolso sacó dos latas de cervezas.

Una vez que llega, Jimin se limpia las manos en su short pijama. Jungkook abre la primera cerveza.

—¿Quieres? —Le ofrece con una sonrisa amistosa.

—Aún somos menores de edad y no estamos en el lugar adecuado para hacerlo.

Sucio favor [Kookmin].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora