Salí dando traspiés del apartamento de Clarke a las tres de la mañana, con una sensación de agotamiento y euforia a la vez. Tenía el cuerpo exhausto y plenamente satisfecho, y la cabeza me daba vueltas por todo lo que había sucedido en las dos últimas horas. Yo me había presentado allí para decirle que no podíamos seguir viéndonos, y se habían vuelto las tornas.
Al final de la noche, Clarke había vuelto a invitarme a que me quedase a dormir, pero yo había declinado amablemente su ofrecimiento. De no establecer algunos límites, me temía que resultaría demasiado difícil marcar la diferencia entre Clarke, la chica con la que me acostaba, y la señorita Griffin, la estudiante a la que le daba clase. Se había tomado muy bien el hecho de que me marchase y hasta me había dado un beso de despedida en la puerta. Ya habíamos acordado que habría una próxima vez y por nada del mundo sería capaz de echarme atrás.
Acostarme con Clarke había sido, sin lugar a dudas, la experiencia física más maravillosa de mi vida, y sabía que deseaba volver a hacerlo, y pronto.
A la mañana siguiente me desperté bruscamente cuando me llamaron por teléfono; salí trastabillando de la cama en busca del desagradable objeto que había interrumpido como un intruso mi sueño, en el que Clarke me estrechaba entre sus brazos. Deseé sumergirme de nuevo en el sueño en vez de afrontar la realidad que se cernía sobre mí gracias a los sonidos del fastidioso tono de llamada de mi teléfono. Refunfuñé cuando volvió a sonar desde algún rincón de la sala de estar.
—¿Qué? —solté furiosa, tras localizar el teléfono y responder.
—¿Conque todavía no has averiguado cómo desactivar ese alucinante tono de llamada que activé, eh? —dijo Lincoln riendo—. Sex-ualll heal-ing!
Me constaba que había elegido esa canción para chincharme por mi supuesto celibato. Si él supiera... Lincoln siguió cantándome al oído el estribillo en un tono grave de barítono.
—Te voy a matar —bramé, y me dejé caer pesadamente sobre el sofá.—Tranqui, solo te llamo para avisarte de que voy a llegar un poco tarde al gimnasio.
—¿Qué hora es? —pregunté, y busqué con la mirada mi reloj.
—Son casi las once. Un momento, ¿todavía no has llegado?
—No, por lo visto se me han pegado las sábanas —farfullé mientras volvía al dormitorio a coger mi bolsa de deporte.
—¿Otra vez? —preguntó extrañado—.No estarás enferma, ¿verdad?
—Estoy estupendamente. Oye, saldré en unos minutos. ¿Nos vemos allí?
—Vale.
Preparé la bolsa en seguida, me vestí a toda prisa y cogí una botella de agua de la nevera. Como luego iríamos a comer, no me molesté en desayunar. Cuando llegué al gimnasio Lincoln ya estaba esperándome en la puerta.
—¿Qué te ha pasado? —preguntó, mirándome de arriba abajo.
—¿A que te refieres?
Sonrió maliciosamente.
—Bueno, para no andarme con rodeos, hermanita, tienes pinta de estar recién follada.
¿Recién...? Un momento, ¿cómo? ¿Acaso con un simple vistazo sabe que ha habido sexo? No, qué tonta soy. Solo está bromeando..., espero.
—No digas sandeces —repuse, con la esperanza de que mi tono reflejase sorpresa.
—En mi vida había visto un pelo tan enmarañado después de un polvo — señaló, con los ojos clavados en mi revuelto pelo.
—Es que, hum, ya va necesitando un corte —aduje, y me apresuré a atusármelo.
—No, está bien así, es solo que no te pega nada. Y ni siquiera te has puesto las gafas.
ESTÁS LEYENDO
Level 1 - Clexa G!P
RomanceClarke es su alumna. Lexa tiene mucho que aprender. La vida de la profesora Alexandra Woods está perfectamente planificada. Da sus clases martes y viernes, cena con sus padres los fines de semana y cada noche se va a dormir a una hora razonable. Sol...