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El rostro fijo y la mirada concentrada en la pantalla de su computador, sus dedos moviéndose con rapidez, digitando algunas palabras todavía imposibles de descifrar a juzgar por la distancia de enfoque visual de la persona sentada en el sofá a pocos metros. El rostro serio, completamente inmerso entre el computador y los documentos reposando sobre la mesa del escritorio a su derecha. Un giro de la silla y ahora tomaba el teléfono para una vez más ordenar algo a la secretaria o hablar con algún otro jefe de área. La voz siempre serena y enérgica a la vez, como todo un jefe y cabeza de uno de los emporios más prósperos del país.

El brillo en sus enormes ojos cafés le daba una apariencia distinta al hombre que solía ver todos los días en casa. De rato en rato sus labios se fruncían mientras leía alguna información en su computador; los labios gruesos que habían caído un par de veces sobre los suyos pero extrañamente esta era la primera vez que su mirada se fijaba de manera distinta en ellos. Un sentimiento que aún era irreconocible.

¿Cuando fue que Jeon Jungkook se transformó de ese hombre cruel y despiadado con apariencia fiera en una especie de Príncipe encantador?

-¿quieres algo de beber?

La voz grave de Jungkook sorprendió a Yoongi, que se encontraba sentado en el sofá en medio de la inmensa oficina, con el rostro ligeramente volteado en dirección a su esposo. Inmediatamente Yoongi regresó a su posición original en el sofá, tomando una de las revistas en la mesita de al lado.

-n-no gracias... estoy bien – respondió Yoongi, tratando de calmar el bombeo acelerado de su corazón. Unos minutos más y su esposo lo hubiera atrapado observándolo por casi una hora ya desde que arribaron a las oficinas de Systematic Company.

Ni el mismo Yoongi se había dado cuenta cuando es que su esposo captó su atención, atrapando su mirada por extensos minutos.

Era un hermoso día jueves y extrañamente las clases de Yoongi en la universidad fueron canceladas, por lo que Jungkook decidió pasar el resto del día con su joven esposo. Faltaba tan sólo una semana para el cumpleaños número 21 de Yoongi, lo que significaba el vencimiento del plazo acordado por Jungkook y Namjoon y una semana de diferencia para el término del plazo de las cláusulas del testamento de sus abuelos; el momento más difícil en toda la existencia de Jeon Jungkook.

Jungkook tendría que dejar ir a su joven esposo dependiendo si lograba conseguir que éste dijera finalmente las palabras que tanto deseaba oír.

Jungkook dirigió una sonrisa al muchacho en el sofá, lamentando no pasar el día en cualquier otro lugar en vez de tener que encerrarlo en su oficina hasta que logre terminar con todo el trabajo que tenía pendiente.

-Srta. Jang venga un momento – llamó Jungkook por el anexo a su secretaria.

Yoongi fingió perder interés en lo que sea que esté haciendo su esposo, empezando a ojear a revista que tenía en manos.

-Sr. Jeon – ingresó la muchacha con una sonrisa siempre amable

Algo en Yoongi hacia que el tono de voz de la muchacha le fuera molesto.

-entregue estos documentos al área de Producción y programe una reunión para mañana a primera hora, organice las entrevistas con los nuevos inversionistas para la siguiente semana obviando el viernes y traiga algo de beber para Yoongi – ordenó Jungkook con tono firme y sereno.

-sí Sr. Jeon – respondió la muchacha, nuevamente regalando una sonrisa a su apuesto jefe.

Yoongi desde el sofá sentía que se le escarapelaba la piel tan sólo de oír a la muchacha e imaginarse esa sonrisa en su rostro.

El Bello y la Bestia - KOOKGI (ADAPTACIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora