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I saw stars...

La oscuridad fue interrumpida por la poca luz que entraba debido la puerta recién abierta. Escasa iluminación permitía ver el cuerpo postrado en la cama que temblaba ligeramente; quien parecía dormido.

Caminó hasta la cama para dejar la gelatina en la mesita de noche y se arrodilló para quedar cara a cara con aquel que pagaba una penitencia que no merecía.
Apoyó sus brazos en la suave superficie y su cabeza sobre ellos, estiró uno lentamente y como si de un pétalo se tratase, sus dedos se deslizaron como suaves caricias sobre la piel del rostro del más joven, delicadeza y amor desbordaban en tal acción.
Pronto, sus párpados se levantaron dando paso a aquellos ojos que tanto amaba, confusión teñía su mirada.

—¿Q-qué haces...? —un susurro suave pero tembloroso fue lo que sus labios expresaron.

Una sonrisa atravesó su rostro, dejando ver sus hoyuelos.

—Vine a cuidarte —murmuró mientras las caricias continuaban —¿cómo te sientes?

Parecía que el otro disfrutaba las caricias, ya que aunque su cuerpo seguía sacudiéndose en claras señales de escalofríos, sonidos de gusto salían de su garganta, acompañados por una sonrisa de labios sellados.

—Como la mierda. —rieron.

La situación era particular, claramente no estaban en buenos términos y aparentar que estaban bien no les iba a favorecer de ninguna manera, lo sabía, pero, ¿por qué privarse de ese momento? La paz que inundaba sus corazones era arrulladora, a tal punto que San podría dormirse de rodillas, allí, rezándole no a ningún dios, sino al único hombre que amaría en su vida.

—Traje gelatina. —le regaló otra sonrisa, no sonreírle parecía imposible —deberías comer un poco.

De mala gana, Wooyoung intentó sentarse en la cama, pero por sus débiles brazos necesitaba ayuda, permitiendo a San pasar un brazo por su espalda y ayudarlo así apoyarse contra la cabecera.

Sentándose en el borde de la cama a su lado, tomó la cuchara y el plato de gelatina que había llevado, partió un trozo del postre con sabor a fresas y lo dirigió a la boca del otro. Wooyoung, contrariado, turnaba su mirada entre la cuchara y San como si acabara de tener un contacto paranormal, igualmente terminó aceptando, abriendo la boca lo suficiente para que la cuchara pudiera entrar fácilmente.
Continuaron así por lo que pareció una eternidad, sumergidos en un cómodo no tan cómodo silencio, hasta que Wooyoung decidió que era suficiente. Se sentía sofocado.

¿Por qué haces esto?

Para San fue difícil leer su rostro, que no mostraba emoción alguna, dubitativo, dejó el plato a un lado y tragando seco, terminó por responder:

—Porque debo, y quiero hacerlo.

Para Wooyoung, la mirada que le dió Choi fue la que derribó todas sus murallas, porque ¿cómo no hacerlo si esos ojos expresaban una adoración inmensa cuando se veía reflejado en ellos? Y es que mierda, no pudo evitarlo cuando una de sus temblorosas manos tomó vida propia y se elevó a paso lento, haciendo su camino entre ambos cuerpos para luego dejarla descansar en el cachete del mayor, ahuecándolo con su palma mientras su pulgar acariciaba su pómulo. Y murió de amor cuando San se inclinó hacia su toque, adorando sus caricias. Debía ser una alucinación por la fiebre.

—Te amo, Wooyoung. —comenzó su discurso con voz temblorosa, pues es que tenía claro que debía confesarse y recibir cualquier penitencia que su amado viera pertinente, sólo es que no esperaba hacerlo tan pronto pero el momento lo ameritaba, era su oportunidad, y la mirada que recibió le dijo que era el momento. —Yo... —aclaró su garganta —nunca te valoré como lo merecías, porque merecías que te trataran como un rey. Cuando te perdí fue que me di cuenta de que eres tú quien iluminaba mi vida, —con sus manos, tomó la mano del menor que residía en su rostro y la otra ahuecó el del menor —vivía en una pesadilla, con el miedo de que al final terminara perdiéndote para siempre, y todo empeoró cuando te encontramos en tu bañera, —lágrimas traicioneras cayeron de sus ojos —allí fue cuando me di cuenta que, aunque si no te tuviera por lo menos serías feliz de alguna manera así no fuera conmigo, pero que si te ibas, no habría ningún chance de que lo fueras, y eso me jodió.

NDA | Woosan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora