FUCKING AND PERFECT ME; mgc #2

― [9] ; nueve

Después de haber presentado a los chicos entre sí, estos se habían dispersado. Había perdido de vista a mi hermano, a Ed, a Luke y a Calum. Pero, aún peor, había perdido de vista a Michael, quién se había ido no precisamente contento.

—Sigo sin entender qué les ve a esos chicos mi hermana —comentó Uriah.

Reí, negando con la cabeza. Caminamos por entre medio de la gente para llegar a la orilla, dónde las olas podrían mojar nuestros pies mientras caminábamos. El grupo de chicos punk estaba a unos cuántos metros delante de nosotros, riéndose y gritando.

—¿Qué onda con el teñido?

Parpadeé rápidamente, tratando de disimular el hecho de que no esperaba en lo absoluto aquella pregunta.

—¿Qué con él? —Pregunté en el intento de parecer indiferente ante el tema.

—¿Por qué se puso celoso de que tuviera mi brazo al rededor de tí?

—¿Cómo?

—Por favor, Dev. Soy punk, no estúpido —bromeó pero ninguno de los dos se rió—. ¿Quieres contarme tu historia de amor?

—No es una historia de amor —negué al instante—. Por lo menos, no terminó como una... Preferiría no hablar de eso.

—Creo que deberías hablar sobre ello con alguien. Dime, ¿quiénes lo saben?

—Dos amigos... y Ed... algo así.

—¿Algo así? —Preguntó confundido y luego soltó una carcajada—. Dev, lo peor que puedes hacer es guardar tus sentimientos únicamente para tí. Sabes perfectamente que eso te está matando por dentro y sin embargo, no haces nada al respecto y sigues sufriendo cuándo tranquilamente podrías estar rehaciendo tu vida en este momento —hablaba mirándome fijamente a los ojos. No entendía por qué me estaba diciendo todo esto, pero estaba completamente segura de que el alcohol tenía algo que ver, sin embargo, tenía toda la razón—. Ahora quiero que vengas aquí y comiences a contarme tu romántica historia cliché con el guitarrista de la banda de tu hermano —ordenó mientras levantaba el brazo, indicándome que me acercara para así el poder rodear mis hombros con él. Obedecí en silencio. Cada palabra que había dicho era cierta, y la verdad era que me asustaba.

La idea de volver a traer el tema a una conversación y hablar al respecto no me agradaba en lo absoluto, pero por el otro lado, la idea de que quizás con esto lograra descargarme y sentirme bien después de hacerlo era bastante tentadora.

Quince minutos después, había logrado terminar aquella estúpida historia sin llorar y sin ser interrumpida por Uriah, lo cuál agradecí. Me sentía liberada. Sentía que el nudo que llevaba estrangulando mi garganta desde aquel día había cedido un poco y ahora ya no era tan apretado, pero igualmente dolía.

—Él es un completo idiota —fue su primer comentario.

—Se supone que deberías decirme algo que no sepa —comenté sarcástica, rodando los ojos.

—Bebé, si supieses las veces que he escuchado la misma situación entenderías que yo debería estar diciéndote exactamente lo mismo —sonrió de costado.

Negué con la cabeza, riéndome.

—Te alegrará saber que todas las chicas que pasaron por eso mismo supieron sobrellevarlo y al final entendieron que sus respectivos chicos eran completos inútiles y no valían la pena. Sé que tu eres una de ellas —me animó, acariciando mi hombro. Sonreí agradecida—. Ahora tienes a todo un grupo de punks que está dispuesto a mostrarte un punto de vista completamente distinto. Creéme, somos el alma de cualquier fiesta.