― [10] ; diez

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Uriah giraba su cabeza en todas direcciones avanzando entre la gente mientras trataba de localizar a Michael en algún lugar, haciendo oídos sordos a mís llamados desesperados pidiéndole que por favor se calmara.

—Uriah, ¡por favor! —Exclamé por última vez, plantándome frente a él y rodeándolo con ambos brazos, obligandolo a detenerse-. Cálmate. Nos iremos ahora.

—No me iré hasta no haberle dado una paliza a ese imbécil —negó inmediatamente, tratando de safarse de mi agarre, el cuál aseguré aún más.

—Dios santo, ¡estás ebrio! No sabes lo que dices.

—Sé muy bien lo que estoy diciendo, Dev —aclaró, finalmente soltándose de mi agarre para luego agarrarme a mí—. Ese idiota se merece todas las patadas que tengo pensado darle. Ni tu, ni nadie pueden calmarme así que ni siquiera lo intentes.

—No me interesa, Uriah. ¿Podemos irnos? Ahora. Por favor.

—Dev, aléjate de mi camino.

—No lo haré. Nos estamos yendo de esta fiesta en este mismo momento —aseguré mientras lo empujaba fuera de la playa. Sabía que yo no tenía la fuerza suficiente como para estar haciendo esto por mi cuenta si él estaba haciendo fuerza para el lado contrario, pero caí en la cuenta de que no la estaba haciendo. En cambio, había cedido a mi petición.

—Vayámonos de aquí —murmuró, aún con los ojos llenos de ganas de moler a golpes a Michael.

Tomé su brazo y rápidamente lo guíe calle abajo. Su cabeza estaba gacha y sus puños apretados. Respiraba aceleradamente.

—¿Quieres decirme por qué las repentinas ganas de pelear con un chico que ni siquiera conoces? —Pregunté una vez ya estábamos lo suficientemente lejos de la casa de Ed, en una solitaria avenida.

—Lo que me contaste es razón suficiente.

—Ni siquiera me conoces a mí como para querer defenderme, Uriah —acoté, tratando de no sonar dura sino que trataba de ser sincera. Porque era verdad, nos conocíamos hace sólo unas horas y lo único que sabía de él era su nombre, aunque el gesto me seguía pareciendo extremadamente amable.

—Es que... Dev, no quiero hablar de eso.

—Por favor -supliqué-. Yo te conté mi historia, quiero saber la tuya.

—Yo fui así de imbécil. Yo también cometí aquel estúpido error de jugar con las mujeres y por eso perdí al amor de mi vida. Hasta el día de hoy sigo arrepintiéndome, Dev —confesó, pasando sus manos entre su cabello y tirando de él-. Aprendí la lección, y por eso me da rabia ver que los chicos sean así de estúpidos y pierdan lo mejor que les pudo haber pasado por ser totales imbéciles cómo yo.

Asentí sin saber qué responder. Sentía que nada de lo que pudiese decir sería apropiado desde mi posición, así que sólo me quedé en silencio. Él igual. Era un silencio algo incómodo. Uriah se removía inquieto, como si quisiese deshacerse de los recuerdos que repentinamente habían vuelto a atormentar su mente mientras tapaba su rostro con sus manos, ¿estaría llorando?

—Ya, estoy bien —dijo de repente luego de unos momentos—. Odio ponerme sentimental.

—Todos lo hacemos de vez en cuando —respondí tratando de reconfortarlo.

—Ya lo sé, pero no es de punk.

—Si tu lo dices... —reí y comencé a caminar, tomando su brazo para que me siguiera.

Seguimos caminando en silencio por la silenciosa y solitaria avenida. De a poco sentía que el efecto del alcohol se iba desvaneciendo y el dolor de cabeza comenzaba a aparecer, pero decidí no darle importancia sino hasta que llegara a mi casa. Uriah iba tarareando una canción con una pequeña sonrisa implantada en sus labios mientras miraba al cielo, y yo lo miraba a él. Me parecía curiosa la manera en la que en tan poco tiempo podía llegar a agradarme tanto alguien que era completamente opuesto a mí, pero creo que no voy a cuestionar eso por miedo a estropearlo. Él volteó a mirarme, queriendo saber por qué lo estaba observando tanto, sólo me encogí de hombros en respuesta y él se rió.

FUCKING AND PERFECT ME; mgc #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora