¿Qué hacer después de una confesión?

8. Hablar con honestidad

Izuku no sabía qué esperar de una cita con Kacchan.

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No tenia ni idea de que esperar y sobre todo no esperó que Kacchan recordara un comentario tonto que hizo durante el jardín de niños sobre cómo los novios se tomaban de la mano, iban al parque y comían crepas. Pero por supuesto, Kacchan no hacía nada a medias, así que no solo lo recordó sino que también se encargó de cumplirlo paso por paso y agregar cosas de su propia cosecha.

Primero la mano.

Jamás había tomado la mano de alguien por tanto tiempo, fue extraño en un buen sentido, se sentía seguro, le recordó a las veces que su mamá lo tomaba de la mano para cruzar la calle o para evitar que se perdiera en lugares llenos de gente cuando tenía cuatro años, pero Kacchan no era su mamá y no lo tomaba de la mano para evitar que se perdiera tomarse de la mano tenía un significado totalmente distinto.

Así que se tomaron de la mano durante el viaje en el metro y lo hicieron en su paseo por el parque. Y por supuesto había un puesto de crepas ahí. ¡Crepas! Izuku se pregunta si de casualidad Kacchan buscó específicamente un parque que tuviera un puesto de crepas en el. Conociendo a Kacchan no le sorprendería en lo absoluto.

Durante el tiempo siguiente, caminaron sin rumbo mientras comían sus crepas y lo mejor: Hablaron.

No es que él y Kacchan no hablen, recientemente han conversado más y más. Pero sus conversaciones por lo regular tienen algún objetivo: algo sobre el entrenamiento, algo sobre la tarea, discusiones sobre el All For One, incluso jugando videojuegos el intercambio de palabras tendía a ser muy puntual y objetivo. Es refrescante hablar de cosas sin importancia que en realidad son interesantes, detalles personales que no conocen del otro a pesar de llevar toda la vida juntos.

Está repasando todo ello en su cabeza cuando Kacchan jala su camiseta y lo saca de sus pensamientos. Señala una pequeña pista de concreto y como hay un establecimiento en donde están rentando pares de patines.

Izuku no tuvo una mala infancia, salía a jugar con Kacchan y el resto de los chicos del vecindario todo el tiempo. Jugaron con la pelota, pasaron horas en el patio de juegos, exploraron el bosque, cruzaron por los ríos, jugaron a ser héroes y coleccionaron tarjetas y figuras de acción. Pero tal vez les faltó jugar con patines, scooters y patines porque aparentemente ninguno de los dos sabía cómo mantener el equilibrio.

Se encuentran tambaleándose por la pista incapaces de mantener el equilibrio demasiado tiempo. Izuku hace el intento avanzar moviendo los pies como si estuviera corriendo pero no logra moverse ni diez centímetros, aparentemente no es de esa forma que funcionan los patines. Kacchan, frustrado por no poder moverse da grandes pasos hacia el centro de la pista y camina como lo haría normalmente, es efectivo para moverse, pero no cumple con la parte de "patinar" por lo que realmente no cuenta. Usando como apoyo la barandilla que está en el lugar en donde se colocaron sus patines él se impulsa en dirección a Kacchan cuando lo alcanza trata de agarrarlo pero resulta contraproducente porque ambos terminan cayendo al suelo.

Pararse cuando tienes ruedas atadas a tus pies es aún más difícil de lo que parece, descubre eso después de caerse dos veces más mientras trata de levantarse. Termina por utilizar a Kacchan como punto de apoyo y luego lo ayuda a él a levantarse. Una vez estando de pie se mantienen juntos con las manos apoyadas en los hombros del otro y mirándose de frente.

Un niño de 5 años pasa a lado de ellos como si andar con ruedas en los pies fuera su segunda naturaleza para luego dirigirse a una rampa y deslizarse sin miedo. Izuku casi siente que el niño se está burlando de ellos. Kacchan parece pensar lo mismo porque, a juzgar por su expresión, poco faltó para que le gruñera.