Prefacio

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Vida y muerte, ¿qué tan trágica podría llegar a ser una para llevarte a desear la otra? ¿Y qué tan aferrado podrías estar a una de ellas como para obsesionarte con el significado y propósito de cualquiera de las mismas?

No supe en qué momento la multitud había empezado a agolparse al borde del escenario arrastrando a varias personas entre sí, pero tardé solo un par de segundos en identificar la situación como una estampida humana. No dudé ni un segundo en sujetar la mano de Tawan, mi mejor amigo, pero apenas pude rozar la punta de sus dedos cuando me percaté de mi tardía reacción y la consecuencia de la misma al observarle ser arrastrado por un grupo de personas hasta desaparecer por debajo de ellas. Todos mis sentidos se desconectaron de golpe haciéndome perder consciencia de todo lo que acontecía a mi alrededor.

El pánico había invadido mi cuerpo, pero tuve la suerte de transformarlo en adrenalina luego de solo un par de respiraciones. Habían derrivado a mi amigo y aquello en plena situación representaba lo que más atormentaba mis premoniciones del momento... Una muerte segura.

Las cosas habían para bien o para mal acontecido mucho más rápido de lo que podía imaginar, pero como era de esperarse durante un encuentro cara a cara con la muerte, el tiempo parecía ser relativo, los segundos se transformaron sin problema en minutos, y antes de ser siquiera capaz de notarlo, ya sentía el peso de una vida arrebatada a mi cargo, la vida de Tawan. Quise protegerlo a toda costa, dejar que me pisotearan en su lugar, después de todo su vida valía más que la mía... Pero sabía que nada de eso cambiaría el pronóstico de la situación, así que en su lugar decidí tomar en cuenta la única medida que me restaba... Tratar de salir con vida y su cuerpo en brazos de aquel lugar.

¡Deténganse! ¡Paren todo!

Era como escuchar almas rogar por su vida desde el corredor de la muerte hacia el infierno, la gente no dejaba de empujarse entre si, pedir ayuda o gritar ya sea de agonía o desesperación.

Mi consciencia estaba al borde de apagarse por completo, mis pulmones ardían y lloraban por aire, mis ojos parecían querer salirse de sus cuencas y la presión que ejercía la incontrolable cantidad de personas a espaldas mías contra mi cuerpo parecía estar a punto de quebrar cada una de mis costillas. Jamás pensé enfrentar a la muerte de esa manera, jamás pensé vivir de primera mano el infierno en tierra.

Fue entonces que le vi por primera vez, desconocía su nombre o procedencia, pero sabía perfectamente que no se trataba de una persona normal o de otra víctima de la situación, pues yacía de pie ahí entre la multitud, intocable, observando a cada uno de los que parecían estar al borde del colapso, sus ojos penetrantes parecían estar ansiosos de algo, y en cuánto me observó, en cuanto nuestros ojos chocaron entre si, su mirada y expresión dio un cambio por completo... Era interesante cómo en ese entonces de haberlo analizado un poco más habría creído que estaba simplemente sorprendido de que le estuviera observando de antemano, hoy en día entiendo con facilidad que lo único que había hecho sin siquiera percatarme había sido estimular esa parte de su cerebro y corazón jamás antes experimentada, y que junto a ello, había iniciado el juego de caza más interesante de su vida.

— Porsche... ¡Porsche! —Tuve que parpadear un par de veces antes de recuperar mi vista y responder con mi mirada al reciente llamado. Se trataba de Phi Nok, la ya familiar doctora de turno— Cariño, es hora de que regreses a casa, oí decir que se apróximaba una fuerte tormenta y no quiero que tengas problemas en esa fea carretera... Te prometo cuidar de él, ¿si?

Asentí sin mayor problema y me despedí de Phi con un abrazo previo a despedirme de mi amigo con un suave apretón en el antebrazo. Mi garganta se sentía seca tras tres horas completas de lloriqueo así que me aseguraría de pasar por la máquina expendedora antes de irme del hospital, después de todo mi cena dependía de la misma.

KinnPorsche / MileApo [Horizon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora