Capítulo 10

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Estaba leyendo el libreto de una pésima obra de teatro.

Fiel a mi necesidad por obtener respuestas y dejar de sobrepensar las cosas, invertí el perceptiblemente escaso tiempo de mi lunes —sin derecho a descansos o recesos— leyendo aquella agenda que para mi horror, nauseas, repulsión y temor, contenía toda mi vida durante el último año descrita a detalle a partir de la noche del concierto...

Todos mis secretos, mis temores, mis anhelos y casi hasta mis pensamientos habían sido revelados en aquel libro haciéndome temblar y sentir lo suficientemente mal como para considerar el impulso de ir por mi hermano y escapar de Bangkok cuanto antes posible. Me sentía como en una película de terror, de esas en las que te percatas demasiado tarde del cómo realmente no conoces a nadie y te vuelves víctima de un acosador dispuesto a todo menos a que incumplas con alguno de sus deseos, pero entonces... ¿Por qué la discrepancia de conseguir enterarme de todo aquello gracias a las propias órdenes de Kinn? ¿tenía planeado algo? ¿se sentía culpable y buscaba excusarse antes de ser demasiado tarde y que me enterase por fuentes propias? ¿qué era aquello?

Me aseguré de tomar nota mental de todas aquellas preguntas y las que fueron surgiendo el resto de la tarde hasta que tras elaborar accidentalmente y de paso una serie de dudas y preocupaciones, tomé la final decisión de empacar lo poco que tenía y huir en busca de mi hermano. Faltaba poco para el atardecer, estaba seguro de que Chay se encontraba en sus dormitorios, sólo tenía que ir a por mi auto en los dormitorios de Tem y luego...

—Quise pensar que no escaparías.

Retrocedí de inmediato y me alejé de la puerta de entrada. No podía verme a mi mismo, pero la sensación de haber perdido todo rastro de pigmento en mi piel fue lo suficientemente sensible tras encontrarme con aquel familiar par de ojos; bajé la mirada de inmediato, Kinn sabía como hablarme y manipularme fácilmente a través de la suya.

—Pete, ponte en contacto con Kim y Porchay, diles que nos encontraremos en casa.

Abrí mis ojos a más no poder tras la sorpresa de escuchar el nombre de mi hermano ser pronunciado por el pelinegro.

—¿Qué tiene que ver mi hermano en todo esto? —Incapaz de sostener mi mirada en el suelo por mucho mas tiempo, volví a dirigirla hacia Kinn. Me encontraba molesto así que tal vez con esa clase de sentimientos de por medio, el ceder ante su manipulación visual resultaría menos efectivo— ¡Deja a mi hermano fuera de esto!
—Ese era el plan. —Dijo— Pero es más insistente y testarudo de lo que tú lo eres, ¿quién crees que se enteró primero de entre los dos?
—¿De qué estas hablando?
—Andando, nos encontraremos con el resto en otro lado.
—No iré contigo a ninguna parte...
—¿No quieres ver a Porchay?

Mi hermano fue motivo más que suficiente para dejar de interponerme a las órdenes de Kinn y seguirle hasta el estacionamiento y acto seguido a su auto. Pete tomó el puesto de piloto mientras que Kinn y yo nos ubicamos en los asientos traseros de la familiar maserati.
La jaqueca tras leer todas y cada una de las páginas repletas de tinta en aquella agenda continuaba haciendo efecto en mi cabeza. Estaba siendo torturado, ¿por qué Kinn habría de tener toda esa información y detalles sobre mi vida? y lo peor de todo... ¿Cómo lo había recopilado todo por si mismo?

—La caligrafía... —Solté de pronto— Es la misma en todas las páginas y hay cómo mínimo una página por día.

Kinn no dijo nada, de hecho, pareció incomodarse ante mi repentina mención del tema y "reclamo".

—¿Es tu letra no? Tú tenías la agenda el día en que nos conocimos y lo describiste todo... Casi cinco mil palabras por día dedicadas a escribir detalles de mi vida, desde como vestía hasta la manera en la que dormía. —Mis nauseas empezaban a incrementar— ¿En qué momento tuviste tiempo para vivir tu propia vida?

KinnPorsche / MileApo [Horizon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora