76. Sinfonía de las flores

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Había decidido cerrar las rejas de aquel jardín.
¿Renunciaba a mi trabajo? Lamentaba esto pero tarde lo descubrí:
jamás te había tenido y jamás te perdí...


Admirándote de lejos, aunque lastimada mi mano siempre extendí.
La muñeca de porcelana habló: "Esta devoción traería pesar, yo te advertí".
La cubrí con tela de dulce y fingida ficción, no la quise oír;
era una verdad asfixiante que me negaba a admitir.

Colocando el candado de la angustia que cerraba con la llave del olvido,
logré verte sentada en el césped, eras un bello espejismo para mí.
Con tu cabello ahora corto, abrazabas tiernamente un ramo de hortensias carmesí...
fui cobarde, me escondía tras los árboles para observarte con el corazón partido.

Al principio, cuidaba las plantas con dosis de ilusión y esperanza;
luego las regaba con mi río de dolor: tenía las mejillas inundadas.
Tenía celos de otros, autoproclamándome tu salvador:
¡Qué ilusa! Apenas me dejaste conocerte, siendo un perdedor.

Caí en cama por la amañada emoción y el jardín enfermaba por querer estar contigo.
Rogaba por un poco de tu atención y el jardín perecía conmigo.
Temblando te miré, apenas te habías inmutado.
Fue cuando supe que sólo renaciendo estarías a mi lado.

✿ 2022.02.24

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