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Como todo el equipo de arquería se había ido a la competencia, el gimnasio que les correspondía estaba cerrado, lo cuál era bueno para ellos, ya que ninguna de las criaturas había logrado entrar.

—¡¿Cuál es la clave?!— Preguntó en un grito Seungkwan, tironeando del cerrojo que bloqueaba las puertas dobles desde afuera.

—¡Trece, tres, uno!— Respondió Jun, de la misma forma mientras le seguía disparando a las criaturas que se iban acercando.

Los tres habían logrado llegar corriendo a la entrada, y atrajeron a algunos de ellos.

Se le estaban acabando las flechas, así que debían entrar rápido. 

—¡Listo!— Escuchó, y no tuvo que esperar más para irse de espaldas hacia la puerta, cerrando una vez todos estuviesen dentro y dejando el candado por dentro.

Acomodó las cortinas sobre el cristal, para que esas cosas no pudieran verles, y solo allí dejó salir un suspiro de alivio. Eso no significa que bajó la guardia del todo, le dio una mirada rápida al amplio lugar, decidiendo que lo mejor era revisar bien antes de considerar que estaban a salvo.

—Quédense aquí— Les ordenó a los otros dos, quiénes se habían sentado en una esquinita del suelo, cansados de correr— Iré a revisar, si escuchan o ven algo extraño tomen lo primero que encuentren para defenderse y me llaman, ¿Entendido?

Usualmente no era una persona seria o autoritaria, pero dadas las circunstancias y que él es el mayor presente, no ve de otra que hacerse responsable de ambos, aún cuando dijo que no lo haría.

Recibió dos asentimientos, y les dejó su arco y pocas flechas en frente.

—Yo no sé usar esto— Avisó Seungkwan, formando un puchero tembloroso pero tomando los objetos.

—No es para que lo uses, es para que lo cuides— Respondió, rodando los ojos— Pero si lo llegaras a necesitar, simplemente ensarta una flecha con tu mano al cuello de esas cosas, así no se vuelven a levantar.

Miró con desconfianza las puertas que daban hacia los vestidores y almacenes, caminando lentamente hacia allá.

—Ten cuidado...— Musitó el otro chico, que se había quedado callado en todo el rato, encogido sobre sí mismo.

Asintió levemente, dirigiéndose hacia las otras puertas.

*******

Seungkwan intentaba iniciar una conversación con su amigo, pero era inútil. Chan simplemente parecía inmóvil.

No se veía alterado, pero le conocía lo suficiente para saber que estaba igual de aterrado que él.

—Channie...Gracias por sacarnos del salón hace rato— Decidió comentar, con una minúscula sonrisa— Si no fuera por ti, no estaríamos aquí...

—No, fue gracias a tu amigo— Habló el menor, después de un rato, bufando con desquite— Nos llevé a un callejón sin salida...Qué estúpido.

—Hey...¿Cómo ibas a saber que esas puertas estarían cerradas?— Intentó animar, sobándole la espalda cuando este escondió su cabeza entre sus brazos— Solo hiciste lo que debiste para sacarnos de allí lo más pronto posible. Si, tal vez fue Jun quién nos rescató al final, pero si no fuera por tu ingenio él no nos habría encontrado a tiempo.

Chan asomó sus ojos levemente, enterneciéndole levemente.

—¿Tu crees?— Inquirió en voz baja, sacándole una risa a lo que asintió.

—Si, Channie— Aseguró, pasando un brazo por sus hombros en un abrazo— Que esas puertas  estuviesen cerradas no fue tu culpa, estamos aquí gracias a ti y a Jun...en cambio yo no he hecho absolutamente nada, en todo caso, yo les estoy estorbando...

Instituto Sebong [SEVENTEEN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora