Epílogo.

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Luego de que Angie arrastrara a Brisa afuera del bullicio, ambas se sentaron en el pasto.

El cielo estaba hermoso esa noche. Las estrellas brillaban y la luna era protagonista de un apreciable paisaje.

─ ¿Podés creer lo lejos que llegamos? ─ empezó la peliazul mientras la miraba.

─ La verdad no ─ le respondió.

Brisa se le quedó mirando, sin poder creer lo hermosa que Angie estaba día a día. Y tampoco podía creer que ahora estaban casadas.

Nunca pensó acabar así, tontamente enamorada de quien creía era una bromista insistente por saber su orientación sexual y mucho menos pensó que acabarían juntas al final del día.

Agarró su mano y no creía que por fin había un anillo que las unía. Su felicidad no daba más.

Y sabía que Angie estaba igual, y eso le ponía más contenta aún.

─ Pensé que me ibas a dejar cuando me fui del colegio ─ le confesó Angie acariciando su mano.

─ Yo pensé que me ibas a dejar cuando te dije que te propuse ser mi novia por pena ─ aquel día no había sido el mejor en toda su relación. Brisa sabía de antemano que iba a causar desconfianza por parte de Angie y vaya que lo hubo.

Había sido un año difícil para ellas, pero lo habían superado.

Porque el amor verdadero siempre es el único boomerang que no golpea en la vida.

─ Y luego te lo pedí mejor al año siguiente, ¿cómo olvidarlo?

Soltaron una risita.

Claro. Angie había decidido proponerlo mejor, puesto que en ese momento sabía con certeza que Brisa sentía algo por ella.

Y hubieron lágrimas. Porque ambas eran bastantes sensibles cuando se trataba de la otra.

─ Te amo ─ Brisa le dejó un ruidoso besito en su cachete.

─ Te amo ─ Angie no permitió que se alejara, al contrario, la obligó a acercarse más.

Brisa le sonrió. ─ ¿Esta es la parte donde te beso y sentimos como si solo existiéramos nosotras dos?

─ Sí Bri ─ le contestó, acercándose un poco más.

─ Entonces a sus órdenes, señora esposa.

Brisa acortó la distancia y no evitó suspirar cuando sus labios hicieron contacto. Podrían pasar más de veinte años y ella seguiría sintiendo la misma emoción que el primer beso.

Era inevitable. Era la única persona que había besado en toda su vida y seguía sintiendo lo mismo.

Sintió que era abrazada por los hombros y no evitó echarla encima del pasto. Angie mordió su labio cuando cayó.

Al separarse, Brisa apreció la nueva vista. En serio que esa mujer iba a acabarla.

─ ¿Cuánto falta para ir a casa? ─ preguntó mientras entrelazaba sus dedos.

─ No tengo idea ─ se burló Angie, mirando sus manos unidas.

─ ¿No podemos irnos ahora, ahora? ─ Angie se rió al escucharla y negó con la cabeza.

─ No amor, tenemos que bailar aún.

─ ¡Pero bailar podemos todo el tiempo!

─ No Brisa.

Ella bufó y volvió a besarla.

FIN.

¡brisa, me gustás! ─ [BRANGIE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora