Sanzu Haruchiyo.

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Estabas tan borracha, te tambaleabas de un lado a otro sin conseguir dar pasos firmes. Ibas saliendo de una de las tantas fiestas a las que te gustaba asistir.

Tu vida universitaria era muy ocupada, pero aún así te dabas el lujo de ir de fiesta todos los fines de semana como si no hubiera un mañana.

Vivías en el complejo de dormitorios de la Facultad, cortesía de tu adinerado padre, él cual, convenientemente para ti, se mantenía ausente en tu vida.

Ibas caminando con el brazo extendido al frente apretando con tu pulgar el botón de las llaves de tu auto, querías que tu coche sonará para poder ubicarlo.

No tenías cabeza para recordar donde lo habías estacionado, estabas muy mareada.

Cada paso que dabas lo arrastrabas, la comisura de tus labios estaba estirada en una vaga sonrisa. Carcajeabas levemente, riéndote de ti misma y de tu situación.

Tenías suerte de que tu padre no prestará mucha atención a tu existencia, si fuese un padre atento entonces no podrías ir de fiesta a divertirte.

Las llaves se resbalaron de tus dedos cayendo por debajo de uno de los tantos autos que se encontraban ahí.

Te agachaste para conseguir tomarlas, estiraste lo más que pudiste el brazo por debajo del auto, pero al final te viste obligada a meter la mitad de tu cuerpo debajo del auto para alcanzarlas, y terminaste por ensuciar tus ropas.

Seguías estirando los dedos, ya casi tocabas las llaves.

En ese momento estabas tan aturdida por el alcohol ingerido que no fuiste capaz de escuchar los quejidos de un hombre que corría cojeando a unos metros lejos de ti, estaba adolorido por su pierna herida, parecía que intentaba salvar su pellejo.

Sus piernas no aguantaron más, cayó de cara al rústico suelo del estacionamiento. Su frente quedó con un raspón, y sus mejillas se veían sucias.

- Por favor, ten piedad de mi.- suplicó sollozando al mismo tiempo que retrocedía y llevaba una mano a su pecho.

- Yo no siento piedad hacia los sucios traidores como tú.- su acechador le tiró una mirada de desprecio y asco desde su altura.

Apuntó con su arma a él hombre tendido en el suelo, y disparó.

El sonido llegó al instante.

Nadie dentro de la fiesta podría escuchar lo que ocurría afuera debido al sonido de la música que aturdía los oídos de cualquiera que estuviese dentro del establecimiento.

Nadie, excepto por ti, ya que eras la única idiota que tuvo que escoger ese momento para irse.

El sonido de la pistola siendo disparada te alarmó, tus sentidos se avivaron de manera pausada y leve.

Te levantaste de tu sitio con lentitud, asomaste tu cabeza ocultando tu cuerpo con el carro.

No podías visualizar con exactitud lo que ocurría, tu visión estaba distorsionada, pero lograste definir a un hombre de piernas largas y hebras rosas sosteniendo un arma frente a un castaño el cual se encontraba echado en el suelo, pronto notaste la sangre que se expandía alrededor de su cuerpo.

Supiste de inmediato que no debías estar ahí.

No sabías qué hacer, tus opciones eran pocas si se trataba de huir de un hombre más alto y fuerte que tú, y que para colmo tenía un arma; podías salir corriendo hasta tu auto, o quedarte escondida.

Todo se detuvo cuando tu mirada chocó con la del mayor. Él logró definir tu semblante pero tú no el de él, estabas muy mareada como para llegar a dibujar alguno de sus rasgos, aparte del llamativo cabello rosa.

ONE SHOTS [Tokyo Revengers] 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora