Hakkai Shiba.

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Una pareja de recién casados sentían el calor recorrer sus mejillas, estaban encerrados en aquella habitación de hotel que les resultaba sofocante.

Apenas entraron al cuarto lo primero que divisaron fue la cama matrimonial con pétalos de rosa finamente arreglados en su superficie, la luz era tenue, se escuchaba música jazz con un volúmen suave de fondo, y las velas aromática que habían encendidas en las mesitas de noche a cada lado de la cama daban un toque romántico; el servicio del hotel se había lucido.

Todo era muy hermoso, pero para dos personas tímidas eso era incómodo. Para ti y tu esposo, Hakkai Shiba, eso era como si la habitación les dijera que si o si debían follar.

Y se supone que eso se hace en la luna de miel, ¿no?. Es lo normal, pero no es como que sea obligatorio. No estaban en contra de que pasará algo entre ustedes esa noche, solo no querían sentirse forzados.

Ni siquiera habían dormido alguna vez en su vida con alguien de su género opuesto, que no fuese un familiar, claro. Así que era normal que se sentieran incómodos de solo pensar en compartir la cama.

En el inicio de su torpe, pero tierno, noviazgo habían acordado que no estarían en una misma cama hasta el matrimonio, y ahora que ya estaban casados, ¿Cuál iba a ser la excusa?.

Lo miraste de reojo sintiéndote inquieta al verlo tan neutral, como si aquello no le afectará en lo mínimo. Él de ojos azulados mantenía una expresión imperturbable en el exterior, pero internamente tenía una batalla sobre qué debía decir, o hacer.

El silencio era embarazoso para ti, él parecía no darse cuenta de tu estado por estar absorto en sus pensamientos. Llevaban de estar parados en la entrada del cuarto unos quince minutos, o tal vez así lo sentías.

Tal vez no era buena idea que dos personas tímidas se casarán, ¿Verdad? No podía haber un equilibrio de esa forma.

Aún así, tú lo querías mucho, así que estabas dispuesta a luchar contra la vergüenza, romper el silencio y hacer a ese hombre tuyo. ¡Si, eso harías!.

Apretaste los puños decidida frunciendo el ceño y girando la cabeza de manera violenta para verlo, cuando viste su perfil suavizaste tu semblante para carraspear con suavidad.

- Creo que...- tú voz lo sacó de su trance y justo ahora te observaba cuidadoso. Sentías que el valor que habías tomado de golpe se iba fugazmente al estar bajo esos atentos ojos azules.- D-deberíamos ducharnos, ¿No crees?.- lanzaste la indirecta intentando provocarlo a hacer algún movimiento, luchando por no flaquear. Tan pronto escuchó tu propuesta abrió los ojos para admirarte estupefacto.

- ¿¡Te refieres a los dos juntos?!.- sobresalto en su lugar tomando su pecho en el puño y cuestionando para comprobar que te referías a lo que pensaba.

Tu rostro se coloró de golpe al ser consciente de que no podías seguir, no eras tan fuerte como para insinuarte de esa forma. Supiste que lo mejor era mentir para no volver aquella escena más bochornosa de lo que era.

- No, no, no, no, no, no, no.- negaste repetidas veces con la cabeza y manos.- Me r-refiero, bañarnos por separado para dormir limpios.- aclaraste de manera casual, afincando la palabra "dormir".

Tal vez con eso no sospecharía de las impuras intenciones que habías tenido hasta hace un momento.

- Ah. Si, si.- te creyó, los hombres son malos para captar indirectas, pensaste suspirando aliviada.- Eso.- espetó algo decepcionado viendo la cama y volviendo a su trance mental.

El tortuoso silencio había regresado, pero esta vez no tenías intenciones de que durará mucho.

- Bañate tú primero.- volviste a llamar su atención, te miraba desde arriba por la diferencia de estatura.- yo me encargo de acomodar y quitar eso de la cama.- comentaste mientras te posabas atrás de él para empujarlo hasta el baño.

ONE SHOTS [Tokyo Revengers] 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora