Souta Kawata.

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- Siento que mi matrimonio se va a ir a la mierda.- declaraste de manera dramática una vez te sentaste frente a tu madre.

Las dos estaban sentadas mientras tomaban café y desayunaban al aire libre, el panorama que les daba aquel floreado jardín era refrescante y pacífico, aunque no le hacía justicia a tu angustia.

Habías llamado a tu madre la noche anterior diciéndole que la visitarías para desayunar ya que estabas "ansiosa por verla".

Pero la realidad era que necesitabas hablar con ella sobre lo que te agobiaba.

Hablar con una experta en el tema de los matrimonios era lo ideal, una mujer que consiguió mantener su matrimonio intacto durante treinta años es perfecta de ejemplo.

Te gustaba hablar con tu madre de tu relación ya que era la mejor para dar consejos al respecto; pero solo a veces, no todo el tiempo.

- ¿Por qué lo dices?.- la contraria alzó las cejas mirándote con interés al mismo tiempo que se servía su taza con café y lo endulzaba agitando la cucharita para mezclar el líquido con la azúcar.

- Mi esposo no tiene tiempo para nada, mamá.- mostraste tu queja casi chillando de frustración y golpeando la mesa con las palmas.- Se la pasa ocupado y...

- ¿Molesto?.- la mujer mayor enarcó una ceja inquisitiva al tiempo que llevaba la taza de café a sus labios.

- No, eso es normal.- te echaste hacia atrás en tu asiento tratando de relajarte.- Así es su cara desde que lo conocí.- esbozaste una pequeña sonrisa, divertida de solo recordar aquellos tiempos en los que apenas se estaban conociendo. Por ese entonces no conseguías descifrar el enfado que mostraba en su semblante, pero pronto descubriste que en el fondo es más amable de lo que parece.- Pero no me toca, seis meses sin tenerlo entre mis...

- ¿Piernas?.

- ¡Mamá!.- replicaste avergonzada volviendo a golpear la mesa con tus palmas.- Por Dios, iba a decir brazos.

- Oh, vamos. ¿Me dirás que no lo quieres entre tus piernas?.- dio el primer sorbo a su café tan pronto terminó la oración, no te dejó de ver ni un segundo.

- Ese no es el caso.- exclamaste roja de vergüenza, respiraste hondo buscando volver a relajarte.- El punto es que se la pasa en esas conferencias por llamada, o sino sale por viajes de negocios. Parece que ya no tiene tiempo para nosotros. Llega tan cansado que no tiene ni ganas de...

- He escuchado ese cuento antes.- te interrumpió tu madre de manera seria.- ¿No será que ese imbécil te está siendo infiel, hija?.

- No, mamá, como crees.- negaste con la cabeza masajeando tu entrecejo con tus dedos para obtener serenidad.- Los hombres son muy indiscretos para ser infieles, una se da cuenta rápido.- no querías considerar esa posibilidad, sabías que lo más importante era la confianza, y tú querías confiar en él Kawata.- Además, ya le revise el teléfono y no hay nada fuera de lo común.- confesaste después de haber dejado una pausa de por medio.- Si hay un culpable para que mi matrimonio se esté enfriando es su trabajo.- dramatizaste al final sin reparo alguno.

Tu madre optó por rodar los ojos, sabía lo exagerada que podías llegar a ser a veces, aún así, decidió aconsejarte:

- Lo que tienes que hacer es fácil, habla con él. Dialoguen como los supuestos adultos que son.

- No quiero decirle como me siento, después se sentirá mal o, peor aún, culpable.

- Que estupidez, no seas tan complicada.- al ver que no quitabas esa cara de preocupación suspiró, y añadió: Si no quieres hablar al respecto entonces simplemente provocalo, así te quitará tus ganas.

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⏰ Última actualización: Jul 15, 2022 ⏰

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