La confesión

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Después de la pijamada con mis amigas mis emociones se habían sosegado. No podía vivir con miedo a lo que pudiera sentir, no si se trataba de amor o de otras emociones positivas. Fue así como el viernes simplemente me dejé llegar y algo inesperado sucedió.

El profesor de educación física no había llegado por lo que uno de los maestros que tenía la hora libre se encargó de vigilarnos. Después de la insistencia de muchos chicos él accedió a llevarnos a la cancha a poder jugar futbol.

Catra me pidió si podía estar en mi equipo y claro que accedí. A decir verdad tenía curiosidad, nunca la había visto jugar futbol. Pensé que su habilidad sería promedio, por un momento olvide que se trataba de Catra Prime y que ella es aparentemente buena en prácticamente todo.

—¿Quien diría que no eres tan mala en el futbol? —me atreví a bromear mientras caminábamos solo ella y yo de regreso al salón. El resto de nuestros compañeros seguían en la cancha.

Ella me miró con una expresión de estar aparentemente ofendida, pero no duró mucho pues luego se empezó a reír.

—Bueno sí, soy una caja de sorpresas —admitió con superioridad antes de tomar un tono más misterioso—, pero tampoco es como si tú no me escondieras algunas cosas.

¿Acaso sabía de mis sentimientos por ella? El calor empezó a subir por mi cuello hasta llegar a mis mejillas y sin darme cuenta mis dedos se movían nerviosos.

—Como ese paquete de chicles que traes en tu mochila y del que no me quisiste compartir el otro día —me dijo con una falsa expresión de enojo—. Pero tranquila te perdono si me llegas en tu espalda hasta el salón. Mis pies están cansados de ser tan genial en el futbol.

Solo me reí por sus ocurrencias.

—Está bien, sube de una vez —le dije mientras me agachaba para que se pudiera subir.

Caminamos un rato, pero al parecer no fui lo suficientemente inteligente para darme cuenta de que traía los cordones desatados. Y lo inevitable sucedió terminé por tropezarme con los hilos haciéndonos caer.

Mi primera reacción fue, sin siquiera levantarme del suelo, acercarme a Catra quien había caído sobre su trasero mientras que yo básicamente de boca.

—Catra ¿estás bien? —le pregunté totalmente preocupada mientras mis ojos buscaban alguna herida visible.

Ella rio antes de responder.

—Claro Adora, no soy una muñeca de porcelana, estoy bien. —Con una de sus manos tomó mi rostro suavemente para que por fin la mirara a los ojos—. Pero ¿por qué siempre te preocupas tanto por mí?

Entonces recordé un consejo que Glimmer me había dado en la pijamada: Si enserio la quieres deberías intentar hacer algo al respecto.

—Eso es porque estoy enamorada de ti, Catra.

Las palabras solo salieron de mi boca con seguridad y en el tono más dulce que jamás he usado.

Ella me miró sorprendida, con los ojos fijos en mí y los labios entre abiertos, totalmente callada por lo que pareció una eternidad. Hasta que rompió el silencio que se había formado.

—Adora, lo siento, pero yo no tengo esa clase de sentimientos por ti.

No sé por qué, pero su reacción también me sorprendió, pero ¿Qué más se suponía que pasaría? ¿Qué Catra me diría que estaba enamorada de mí, así como yo lo estaba de ella? Reí para mis adentro, las cosas no eran así de fáciles y mágicas. La vida no es uno de esos libros románticos que tanto solía disfrutar.

—Y no es porque seas una chica ni nada de eso. —Se vio en la necesidad de aclararme, no supe por qué.

No le tomé importancia a eso ultimo estaba más concentrada analizando mis errores. Lo más probable era que me había equivocado en todo aquello que creía que eran señales. Su trato amable solo había sido su manera de crear una amistad y creía que la había arruinado con mi confesión.

—Catra, yo no quiero que esto cambie lo que tenemos —dije triste y preocupada sintiendo como pequeñas lágrimas comenzaban a formarse en mis ojos—, nuestra amistad, yo no quiero que eso cambie. Te aprecio demasiado.

Sin demora la linda chica se acercó a más a mí y me envolvió en sus brazos, tranquilizando mi agitado corazón.

—Yo también te aprecio, y obviamente quiero seguir siendo tu amiga —me dijo con dulce voz mientras acariciaba mi cabello—. No llores por favor, no ve gusta verte llorar.

Aparentemente sus palabras fueron mágicas pues ni una lágrima más salió de mis ojos.

No me imaginaba a nadie más que a Catra Weaver siendo mi primera novia, pero si no podía ser así, tenerla como mi amiga dolería menos. O bueno eso creí.

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¿Les gustó? Honestamente a mi sí. Claramente me siento mal por Adora, pero hablando como tal de capitulo quedó mejor de lo que esperaba.

Tres capítulos para el final 😬.

Recuerdos de un primer amor [Catradora AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora