La Humana que Olía a Otoño. ● [DRAGON BALL SUPER]

●Capítulo 3●

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Zeno-sama estaba muy ocupado.

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Algo había sucedido en el planeta del Todo Poderoso, algo grave que requirió la visita que los dioses de la destrucción y su contraparte los Kaio-shin de cada respectivo planeta.—Han sido reunidos a petición de Zeno-sama por razones sencillas—comenzó hablando Dai Shinkan—Se ha descubierto planetas que incumplen las reglas interplanetarias de no convivencia y han realizado actos barbáricos entre sí.

Los dioses de la destrucción del Universo 6 y 7 se removieron con incomodidad ante aquello, tal parecía que Zeno-sama había descubierto su pequeña intención de realizar un torneo de fuerza. Sin embargo, por su parte, el pequeño todo poderoso no podía estar más distante de la situación. Su mente sólo reiteraba la imagen de largos cabellos castaños cubiertos por un sombrero cómico y una piel tersa en la cual de posaba una sonrisa genuina.

La reunión prosiguió sin inconvenientes, mientras que los dioses de la destrucción se excusaban, se culpaba entre ellos y hasta de humillaban entre sí, Zeno-sama sólo observaba todo con seriedad, cosa que hacía poner nerviosos a más de un dios.

Que pena no poder observar, por aquella vez, lo que aquella castaña estuviera ideando, fue lo que pensó todo el tiempo durante la reunión.

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Margarita siente el desasosiego.

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Por otro lado, en una pequeña pieza, una recamara tan pequeña como una caja de fósforos, se encontraba Margarita muy aburrida. Todo su día lo había gastado estando en casa sin hacer absolutamente nada. No había vuelto a encontrarse con Gohan, ni habían salido al parque a disfrutar el viento y la risa de los niños, parecía como si algo le faltara a aquel día. 

Tomó su teléfono a duras penas, mientras se estiraba en el intento. "0 notificaciones", leyó en la pantalla del aparato. No se sorprendió, ella era nueva en Japón así que no debía sorprenderse de no tener amigos. Más aún, debía estar feliz de conocer personas como Gohan, su familia y a la señora Bikini. Pensó que sin ellos su vida habría sido más aburrida que ese día. 

Margarita suspiró y se propuso algo descabellado—Mañana seré yo quien vaya de visita—afirmó con determinación para luego tomar la sábana y acomodarse para dormir, así descansar el cuerpo y la mente, pero quién diría que soñaría con una entidad que le dejó tantas sensaciones menos tranquilidad en el cuerpo.

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Fin. Parte 3.

Un día sin vernos.

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