16.

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—¿Así... Qué me estas diciendo que te descubrió?

—¡No sé, no lo sé!

—¡¿Cómo no vas a saberlo?! —preguntó el pelirosa mientras miraba al albino con preocupación.

—¡Es que no dijo nada! Simplemente se miraba preocupado.

Komaeda luego de salir del baño había invitado a sus amigos a venir a su casa, estaba demasiado mal, y no quería estar solo, pero tampoco quería estar con él castaño que lo lastimaba sin darse cuenta.

Estaba profundamente agradecido por tener al menos dos amigos más que lo consolaran y cuidaran de él cuando estaba vulnerable.

—Ah... —el rubio suspiró y sobo su frente con impaciencia. —Komaeda.

—D-Dime....

No hacía falta recalcar que Kazuichi y Komaeda le tenían un poco de miedo a su pequeño rubio amigo.

—Escucha. Debes alejarte de ese chico.

—¿Qué...?

—Mientras más tiempo pasas con el, más te lastimas y te pones peor.

—P-Pero yo

—Komaeda.

—Yo no puedo. E-El... Yo—. Los ojos de Komaeda estaban llenándose de agua y su voz comenzando a escucharse entrecortada.

La cara de impaciente que tenía Fuyuhiko anteriormente, desapareció y se convirtió en una cara que hacía parecer que entendía perfectamente el dolor de Komaeda. Así que, sin importarle arruinar su reputación de “chico malo” se acercó a su amigo y lo abrazó.

—Oye... Sé que es difícil, ya he visto a otros amigos sufrir esto mismo, no es fácil, pero si ellos pudieron salir de esto, tu también.

—Duele. —Komaeda correspondió el abrazó, mientras trataba con fuerza no dejar salir sus lágrimas.

—Si, claro que duele. Debes ser muy difícil, ¿no es así?

—Sí.

Fuyuhiko hizo que Komaeda recostara su cabeza a un lado de uno de sus hombros, y sobo con delicadeza su esponjoso pelo. Eso fue suficiente para que el albino volviera a quebrarse ahí mismo.

—¡Duele, en verdad duele! —Komaeda escondió su cara en el hombro de su amigo. —¿Pero que debo hacer...? Yo realmente l-lo amo... No puedo alejarme así...

El pelirosa no tardó más y también se unió al abrazo con unas cuantas lágrimas amenazando por salir, no tenían ni siquiera un año de amistad con el albino, pero sentía que lo conocía de toda la vida y al verlo llorar y expresar su dolor de esa forma, hizo doler su corazón.

—Esta bien, todo estará bien. —dijo Kazuichi.

Los chicos estuvieron así por un tiempo, sin criticar, ni hacer de menos los sentimientos del albino, lo escucharon todo ese día contar su dolor, sus preocupaciones, su amor por aquel chico, y el como, esperanzado, esperaba vivir una larga vida.

Un mes después.

Ya era un mes desde que el albino tuvo su último ataque de gravedad, ahora podía respirar con facilidad un poco más y la sangre que vomitaba había disminuido, estaba un poco feliz.

También era un mes desde la última vez que vio a Hinata.

Desde aquella vez Komaeda le pidió un tiempo a solas, y aunque él castaño se negaba rotundamente, terminó aceptando. Aunque eso no quitaba la preocupación de Hinata, eventualmente le terminaba escribiendo a Komaeda, tampoco quería terminar su amistad por completo, así que el albino le respondía.

Fuyuhiko también le había dicho que hizo bien en alejarse, pero también, en algunos momentos, la propuesta de la operación salía de su boca. Porque, si, Komaeda había mejorado un poco, pero no quitaba el hecho de que su vida estaba acortandose, la raíces dentro de él seguían fuertemente aferrada a él y los pétalos azules no se irian por arte de magia.

Komaeda lo había pensado seriamente, tal vez lo mejor sería hacerlo y seguir viviendo sin preocuparse. Pero, ¿olvidaría a Hinata? O ¿quizás dejaría de sentir algo? O tal vez simplemente debería morir.

Ahora tenía un nuevo problema.

Hanahaki Donde viven las historias. Descúbrelo ahora