17.

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Dos meses después

Tres meses ya, tres meses sin mirar aquellos verdosos ojos, de escuchar aquella melodiosa voz, de tocar aquel suave cabello café. Mentiría si dijera que no lo extrañaba. Tenía sus momentos en lo cual podría salir corriendo de su casa e ir a lanzarse a los brazos de su amigo.

Y tal vez lo haría pronto.

Su progreso se había ido a la mierda, su felicidad había durado poco, de nuevo la dificultad al respirar volvió a aparecer, y hace un día había vomitado sangre, pero en una cantidad mucho más grande que antes, que incluso los pétalos eran completamente rojos, cuando eran originalmente azules.

Sus amigos ahora le rogaban que pensara más en la operación, y Hinata

Hinata seguía ahí, haciendo latir su corazón como siempre.

La relación de Hinata y Nanami también iba bien, podía verlos en algunas redes sociales, le dolía, si que le dolía, pero ahora no podía hacer nada más que retorcerce del dolor.

Komaeda deseaba tanto poder ver a su amigo y alegrarse de verlo hacer su vida con alguien más, pero no podía. Le enojaba, lo hacía sentir triste y miserable, y quería culparlo de todo lo malo que le pasaba. ¿Por qué el si podía avanzar y ser feliz, pero el no? ¿Por qué era tan feliz mientras él sufría tanto? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué...?

Aunque sabía perfectamente que el castaño no tenía nada de culpa.

Mientras se encontraba tirado en la sala de apartamento mirando a la nada, suspiró. Sonrió con amargura, con pesadez tomó su teléfono y marcó el número de su amigo. Espero unos cuantos segundo hasta que contestó.

—¿Hinata-kun?

—¡Komaeda!

—Ow. —Komaeda apartó el celular de su oreja, la voz de su amigo había sonado demasiado fuerte.

—Oh, lo siento. —la voz de Hinata sonó preocupada y luego emocionada. —¿Sucede algo? ¿Por qué está llamda repentina?

—Mhm... Solo...

—¿Sí? ¿Sí?

—¿Quiere reunirte en el parque?

—¡Sí! D-Digo si, claro. ¿En cuál?

Komaeda sonrió inconscientemente.

—¿Recuerdas el parque en donde fuimos a ver los fuegos artificiales?

—Oh, ¿en donde supuestamente fuiste al baño y desapareciste? ¿Ese?

—... Sí, ese.

Hinata rio al otro lado de la llamada. —Estoy bromeando. Entonces, nos vemos ahí.

—Sip, nos vemos. Voy a colgar.

—Muero por verte.

—Oh.

El corazón del albino se aceleró y su cara comenzó a arder, así que sin pensarlo, colgó la llamada. Se había dado cuenta que cuando el y Hinata se alejan cierto tiempo, el otro suele ponerme más cariñoso de lo normal.

Hanahaki Donde viven las historias. Descúbrelo ahora