Espejito, Espejito || Joerick

8

Le sonrío a la pantalla frente a mi al ver como mi hermano salta emocionado por toda la habitación.

-Calma loco -le digo en broma con una risa.

-¡Es que aún no lo puedo creer! -exclama con una sonrisa una vez que se acerca a la cámara, desde aquí puedo notar sus ojos llenos de alegría, junto a esa sonrisa tan llamativa que tanto lo identifica- Me voy a casar con Tadeo.

dice silabeando cada palabra que dice, para después sonreír levemente y nuevamente gritar.

Suelto una carcajada.

-Estoy tan feliz por ti y por Tadeo -hablo una vez que dejo de gritar- son el uno para el otro y merecen ser felices juntos.

-Gracias hermanito, te amo...

Seguimos platicando unos cuantos minutos más, mas bien él hablaba, yo solo escuchaba, me contaba sobre todo lo que ha comprado para el restaurante, lo que Tadeo hizo para proponerle matrimonio, también sobre que teníamos que ir a las cascadas que estaban cerca del hotel donde se estaban hospedando.

-A y por cierto, llegamos en dos días cariño -fue lo ultimo que dijo cuando terminamos de platicar.

Suspiro caminando a mi cama y me tiro entre las almohadas, veo el techo por un rato, observando cada detalle de este y varias ideas vienen a mi mente, me levanto rápido y busco mi cuaderno de dibujo, cuando lo encontré en el escritorio mi mirada se fue para el peluche.

El delfín que Joel gano para mí.

Lo tomo entre mis manos, y detallo con delicadeza cada parte de las costuras. Una sonrisa aparece en mi rostro y llevo al peluche a mi nariz, sintiendo un aroma diferente pero para nada desagradable, lo dejo nuevamente en su lugar y tomo lo que es un lápiz y mi cuaderno.

Me vuelvo a acostar y conforme veo el techo, voy dibujando en mi cuaderno, los próximos treinta minutos me la paso dibujando, borrando, dibujando y borrando, hasta que por fin termino y sonrió conforme al ver el resultado final.

Solo falta pedirle permiso a Ed, para que me deje pintar el techo.

Justo en el momento en el que estoy guardando mis cosas y ordenando un poco la habitación, el timbre suena.

Tal vez sea Joel, ya que todos los días se ha hecho costumbre que venga después de clases, antes me incomodaba, pero ahora me esta agradando su presencia.

Al abrir la puerta me encuentro con Nicolas, uno de los chicos que le ayuda a Edson en el restaurante.

-¡Oh! Hola 

-Hola, Er -saluda alegremente como siempre- te traje tu comida, esta vez es ensalada de pollo, con arroz y tu jugo verde.

me tiende las cosas, y las tomo agradeciendo, las pongo un momento en la pequeña mesa que esta cerca.

-E-eh yo -me empieza a decir con una sonrisa- te he traído esto, espero y no te enojes.

Estira su mano y me da un pequeño chocolate de fresa.

-Oh -un poco sorprendido lo tomo- Gracias, Nicolas.

me sonríe y me parece un poco tierno.

-Nick

-¿Qué?

-Me puedes llamar Nick -murmura algo cohibido.

-Nick -repito un poco distraído.

-Sí, bueno... si quieres claro, solo es que me gusta más que me llamen Nick -aclara rascando la parte trasera de su oreja.

-Esta bien... Nick -Sonreímos, y antes de que alguno de los dos vuelva a decir algo un carraspeo nos hace llevar la mirada a la calle.

-Erick -Saluda Joel cruzado de brazos y con el ceño fruncido.

-Joel, llegaste -saludo.

-Eh bueno, creo que me iré -habla Nick con una media sonrisa.

-Gracias de nuevo -alzo el chocolate haciendo referencia a eso.

Me regala una ultima sonrisa y se aleja, pasando junto a Joel quien no lo saluda y solo se le queda viendo con los brazos cruzados.

-¿Vas a pasar?  -pregunto al ver que sigue parado cerca de la carretera mirando hacia donde se acaba de ir Nick.

-Sí

dejando la puerta abierta para que entre tomo la comida y camino a la cocina, puedo escuchar como cierra la puerta y el sonido de su mochila al caer al piso.

-¿Te gusta? -pregunta de la nada y dejo de sacar las cosas de la bolsa para mirarlo.

-¿Qué?

Mueve sus labios intentando decir algo, pero suelta una risita nerviosa.

-M-Me refiera a- a que si te gusta el chocolate rosa -señala el dulce que he puesto en la mesa.

-Chocolate rosa -digo burlón rodando los ojos- o sea de fresa.

Asiente con un rubor en sus mejillas.

-No es mi favorito, pero sabe bien -vuelvo a retomar lo que estaba haciendo- pero el detalle es lo que cuenta. ¿No?

Puedo escuchar el bufido que soltó pero no le tome mucha importancia.

-¿Comerás? -le pregunto a cambio

-Sí, por favor 

Lo veo desaparecer por el pasillo, mientras yo me voy a la cocina para lavar mis manos, cuando regreso al comedor me encuentro con él junto a una caja de regalo en la mesa.

-¿Y eso?

-Es para ti, ábrelo -me dice con una sonrisa

Lo veo algo confundido.

-Pero hoy no es mi cumpleaños, ni un día festivo -me acerco algo dudoso a la mesa- ¿Porqué me regalan cosas?

Veo como discretamente rueda los ojos.

-Por qu- porqué pues por que sí 

Su tonta respuesta me hace reír, me animo a tomar la cajita rectangular entre mis manos y la abro desatando el listón verde, cuando veo el interior de esta me quedo boquiabierto.

-¿Te gusta? -sonaba entusiasmado.

-M-Me gusta mucho, ¿Cómo sabias que me gustan? -digo sacando las pinturas acrílicas de diferentes colores y algunos pinceles.

Lo veo rascar su nuca.

-Eh eh, pues me habías comentado que te gustaba... eso -muerde su labio inferior- tal vez no sea un chocolate rosa, pero esper...

-Oh por el amor de dios, esto no se compara con el chocolatito -sonrío y dejo las cosas en la cajita, para después acercarme y darle un pequeño abrazo- Muchas gracias, no tenias porque regalarme algo.

Siento como sus brazos me rodean rápidamente y me aprietan acercándome a su cuerpo, me pongo algo rígido al principio pero después me relajo.

-No me importa, te puedo regalar lo que sea, Lo que tu quieras siempre -esas palabras me hicieron estremecer por lo raras que sonaron.

Me alejo rápido de él

-Comamos mejor.

No volvió a tocar el tema y yo  me sentía nervioso al verlo a la cara todo el rato que estuvimos comiendo. Pero esa incomodidad se fue despejando de ha poco cuando empezamos ha hablar sobre Edson y Tadeo.

Pero una inquietud seguía en mi cuerpo cada que accidentalmente el rosaba uno de sus dedos con los míos, o cuando nos veíamos a los ojos.

Algo que nunca había sentido.

Me asusta.