Darius
Cuando todos los guerreros y guerreras vitoreaban, Escarlet caminaban por el campo matando a los enemigos que aun agonizaban y sanaba a los aliados que aún tenían vida, en movimientos tan automáticos demostrando que lo había hecho cientos de veces antes.
Caminé a su lado realizando la función de eliminar a los que quedaba, sin querer mi camino se separó llegando a Dominic. La reina Mab aun sostenía su cabeza en su regazo.
Buer se me acercó y palmeo mi hombro, él había hecho lo que podía. Tomé a mi amada en los brazos y acaricie su mejilla, todo había desaparecido para mí, apreté su cuerpo contra el mío como si quisiera darle mi vitalidad.
Una mano blanca y suave se posó en mi hombro, voltee a ver con furia contenida a la mujer que estaba a mi lado, con el rostro pasivo, sin expresión alguna, solo necesitó un cabeceo para darme la orden de soltarla, pero no había nada en este mundo que me obligara, solo giré mi cuerpo para que Escarlet la pudiera ver.
Escarlet se apoyó en una rodilla y con la mano libre toco su cuello, sus labios se movieron susurrando unas palabras generando luz que provenían de sus manos, la herida de Dominic se fue cerrado poco a poco hasta dejarla completamente sana, el color volvió a sus mejillas y sus ojos luchaban por abrirse, mi corazón se aligeró al ver el resultado y con alivio vi como sus ojos se abrían y me devolvía una mirada tan Azul como el mar bajo el sol.
Una risa de alivio se escapó de mi pecho combinado con el llanto que salía mis ojos. La joven bruja levanto su mano y la poso en mi mejilla limpiando lo que podía ser una lagrima.
- Hola mi querido gatito negro – su voz era pastosa pero dulce, lo más dulce que escuché jamás.
La abrace contra mi pecho deseando no soltarla jamás. Ni siquiera me di cuenta cuando Escarlet se había alejado de nuestro lado y sanaban a Fremont, devolviendo al hombre la belleza tan característica de los elfos, pero su rostro mantuvo aun un poco de todo el dolor y tortura que padeció por siglos, hay cosas que ni la magia más poderosa puede sanar.
Dominic se apoyó en mi para poder levantarse y poder explorar con la mirada el rastro de destrucción que nos rodeaba.
Cuerpos caídos era humedecidos por la suave lluvia que nos acompañaba, pequeños caminos de sangre corrían entre los muertos. Guerreros sentados descansando, otros charlando y otros llorando a sus amigos caídos en batalla, ayudando a disponer de los valientes guerreros para sus familias que seguro los esperaban.
Kate
Me acerque a mis padres que ahora estaban de pie, un hombre de cabellos blancos y mirada afable estaba junto a mi madre, pero su rostro con arrugas en su piel marcaba el sufrimiento de siglos de tortura.
Sabía que era mi padre porque mi corazón me lo gritaba, los abracé con fuerza sin saber si lloraba por poderlos abrazarlos o aun por la pérdida de mi compañero.
- Hija mía – dijo Fremont con dulzura – he reproducido este momento en mi mente tantas veces, que el sentimiento de añoranza ahora se ha vuelto realidad, ustedes eran lo que me mantuvo con vida durante tanto tiempo
Los ojos de mi madre se llenaron de lágrimas que escondió en cuello de su compañero, su abrazo se fortaleció dándonos seguridad, los recuerdos de mi infancia desbloqueados ahora, me llenaban el pecho de sentimientos que hacía mucho no sentía, cuando por fin nos soltamos los dejé para que ellos pudieran disfrutar de lo que ya para mi estaba vedado.
Caminé en medio del campo hacia Damian sus brazos trataban de alcanzar algo y su boca abierta en un grito de dolor silencioso, arrancaba mi corazón en pedazos.
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EN LAS ALAS DE LA MUERTE, Libro 2
RomantikKate penso que todo habia terminado cuando creyo que su amiga Rose era una feliz esposa al lado de Zoran y por eso decidio regresar a Canada, pero su corto viaje en taxi se convirtio en un viaje hacia la tortura y una batalla para proteger a una es...