CAPITULO 1. Reencuentro

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Hola, espero que les guste y disfrueten este capitulo tanto como a mi me gusto escribirlo, la verdad es que se que voy lento pero estoy tratando de sacar unos minutos por dia

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Kate

Al despertar el idiota de ojos hundidos estaba en el calabozo con el mismo hombre que me había inyectado en el taxi y ahora me observaba desde una esquina, cuando me vio abrir los ojos salió a la tambaleante luz.

-          Ya era hora que despertaras Rhyakathyn

-          Mi nombre es Kate -  dije aun confusa por el somnífero

-          No princesa, tu nombre es Rhyakathyn y eres hija de la reina Mab -  dijo con su voz pastosa y gutural – y ahora que ella ya sabe que te tenemos será más… comprensiva, Alcides tráela – termino dirigiéndose a hombre de ojos hundidos

El llamado Alcides se acercó a mí y de un solo jalón me arranco el tubo que drenaba mi energía, apreté mis dientes para no gritar de dolor por lo que solo salió un gruñido que no sonó como mío.

A este punto cualquiera podría pensar que las cosas no podrían ir pero, al menos mi mente no imagino otro escenario, pero ¡pang! Me equivoque como otras tantas desde que llegue a este oscuro rincón del mundo, mordí mi labio hasta saborear la sangre, luego halo la intravenosa sin tan siquiera quitar la cinta tape que lo fijaba.

Escuche que dijo algo pero mi mente aún se concentraba en el dolor que salía de mi pecho y brazo, intente maldecirlo pero para mi sorpresa mis labios estaban sellados, la desesperación se apoderó de mí  por unos segundo mientras el muy maldito me sacaba del catre sujetando mi pelo, fingí que lo fulminaba con la mirada pero lo que en realidad hacia era ver todo a mi alrededor, un pasillo largo y medio iluminado dejaba ver una puerta entre abierta, los hombres salían y entraban de ellas con botellas por lo que supuse era un bar o una bodega de licores, aunque una peste a carne descompuesta salía de ella cada vez que pasaba uno de ellos cerca de mí.

El cavernícola encapuchado bajo un par de niveles más, donde las paredes pasaban de hormigón a piedra mohosa, me lanzo al suelo de otra celda aún más asquerosa que la anterior, caí en el suelo húmedo de orina, barro y pasto seco. Si pudiera haber gritado lo habría hecho.

Mi corazón latía desembocado al ver acercarse al  hombre encapuchado, recule hasta que choque contra la pared en un intento de huir de él, otro hombre más corpulento entro detrás nuestro por los que le bautice a él y a Alcides como maloliente uno y dos, me tomaron de los brazo intentando que me quedara quieta, al ver que yo continuaba pateando y agitándome con furia y miedo,  cada segundo que pasaba me decía que algo malo estaba por suceder y que ese algo iba a ser pronto.

Maloliente uno y dos, por fin me controlaron y amarraron contra la pared con los grilletes oxidados que de ahí guindaban, en el momento que tocaron mi piel un grito inaudible salió de mi pecho a mis labios sellados, era como si me pusieran acido en las muñecas, el dolor era tanto que las lágrimas se me saltaron, el encapuchado siseaba con su risa de serpiente y los otros sonreían estúpidamente.

-Te duele? -  pregunto el encapuchado – acaso no sabes que las hadas son sensibles al oxido del hierro? -  para ser de la realeza, eres muy ignorante.

Podría haber respondido miles de cosas pero el dolor me nublaba los pensamientos y mis labios sellados no dejaban escapar más que amortiguadas palabras, era como si quisiera hablar pero una mordaza me tapara la boca.

EN LAS ALAS DE LA MUERTE, Libro 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora