El niño pelinegro observó la diminuta taza frente a él con el ceño ligeramente fruncido. El diseño de flores azules que decoraban tanto su superficie como la de la orilla del plato en que reposaba, le disgustaron. Torciendo la boca paso un dedo con gesto aburrido por el borde de la tacita mientras se preguntaba a sí mismo, como era que había terminado allí, en medio de un ridículo juego de bebés.
Su mirada se alzó para encontrarse con un par de ojos melosos, que lo miraban al otro lado de la mesita donde se hallaba sentado. Un menudo niñito castaño le sonrió con timidez y de repente se le olvido lo molestó que era todo aquello.
Pasar la tarde con su pequeño vecino no le había parecido tan mala idea, considerando que no tenía nada mejor que hacer en su casa, excepto pelear con sus hermanos. Ser el menor de la familia conllevaba ciertas desventajas que a su corta edad de siete años, comenzaba a descubrir. Pero obviamente no se iba a quedar para averiguarlo aquel día.
Así que mientras sus hermanos adolescentes discutían por el mando de un juego de vídeo y los más chicos decidían que era hora de practicar con los nuevos dardos que habían recibido recientemente como regalo, Jungkook había aprovechado para escabullirse hasta el jardín trasero, antes de que decidieran usarlo a él como blanco para tal propósito, como ya sospechaba que harían. Dejo que sus pies lo guiaran por el bien cuidado césped hasta la cerca, mientras pensaba en que podía hacer para matar el rato.
Obviamente no volvería a entrar en su casa, por lo menos hasta la hora de la cena.
Un ruido detrás de la valla había atraído su atención y fue así, como se había encontrado tratando de mirar a través de una de las estrechas aberturas de la misma. En el jardín de al lado, el hijo de sus vecinos se encontraba acomodando un pequeño juego de té encima de una mesa en miniatura. Una de las sillas se encontraba ocupada por lo que parecía ser el peluche de un cachorro envuelto en algo amarillo.
El peque tenía una expresión concentrada en el rostro, que no solía verse en los niños que como él, solo se preocupaban por jugar. Pero las pocas veces que lo había visto le habían bastado a Jungkook para hacerse a la idea de que el niño era muy diferente a otros. No sabría decir a ciencia cierta porque; solo lo sabía.
Se quedó mirándolo con curiosidad hasta que hubo terminado de acomodar sus cosas y enseguida, vio cómo se llevaba un mechón de pelo detrás de su orejita para sentarse frente a la mesa con una leve sonrisa de satisfacción.
En aquel momento debió de sentir su mirada porque de inmediato volteó hacia donde él estaba espiando y dejó de sonreír para mostrarse sorprendido.
A Jungkook no le quedó de otra que hablar al verse descubierto.
—Hola—le dijo, tratando de ocultar la leve vergüenza que sentía por ser atrapado observando de aquella manera.
El niño bajó la mirada con timidez.
—Hola—contestó en un tono de voz muy bajo.
—¿Qué haces?
—Estoy tomando el té—el diminuto dedito índice del castaño señaló la tetera vacía que se encontraba al centro de la mesa.
—¿Tú solo?—inquirió alzando una de sus cejas . Lo único que recibió como contestación fue un asentimiento.
—¿Quieres tomar una taza?—le preguntó él después de un breve silencio en el que solo estuvo mirándola.
Jeon estuvo a punto de contestarle que aquel era un juego de niñas y en especial uno muy tonto. Sin embargo, antes de que pudiera responder un grito seguido de varias risas estruendosas dentro de su casa le hicieron voltear con desconfianza.
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Juego de Té #kookmin
Hayran KurguUn pequeño Jungkook tomando el té con su pequeño vecino, Jimin.