CAPUT 5 - KANAWUT

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- ¿Te hizo lo mismo verdad? – le pregunté casi gritando a Nat que miraba por el intento de ventana que teníamos en aquella habitación que, desde ese momento, compartiríamos los tres.

- No – me respondió sin mirarme.

- Sé que lo quieres proteger, pero juntos podemos acusarlo y hacer que se vaya. No es correcto lo que hizo, juntos podremos hacer que salga de aquí – insistí. El monje Suppasit, mejor dicho, el demonio de las siete cabezas Suppasit, me miraba desde donde estaba sentado. No me había dicho nada todavía desde que el médico me trajo.

- Dios, cállate – me fulminó con la mirada Nat y me sorprendí al ver sus ojos llenos de lágrimas. Después caminó y se paró frente al demonio Suppasit - ¡¿De verdad crees que todo esto vale la pena mientras está aquí diciendo toda esa mierda?! – le gritó y di un respingo ante su reclamo.

- Lo vale- le respondió sin titubear.

- Claro que lo vale- dije sin tener idea de lo que hablaban, pero lleno de frustración y con ganas de sacarme del pecho toda la carga que sentía al haber defraudado a mi familia por culpa de las personas ahí presentes – claro que lo vale- repetí cuando gané su atención – de esa forma pueden verme aquí llorando y sufriendo y como sé que ustedes se deleitan en el dolor ajeno, sé que vale la pena lo que me han hecho porque me han arruinado la vida, la de mi familia y mis ancestros. Ahora ¿están felices? – solté todo lo que sentía y eso tuvo una consecuencia, Nat me golpeó en la mejilla y me tomó de los hombros sacudiéndome. El demonio Suppasit estaba intentando detenerlo.

- ¡Cállate de una maldita vez muñeca de trapo! – me gritó Nat con los ojos rojos inyectados en sangre - ¡Cierra tu puta boca porque no tienes idea de lo que pasa aquí! ¡No quiero escucharte más! ¡Cállate! –

- Nat, por favor, déjalo en paz – pidió el demonio hablando suavemente y lo miré con altanería. No me va a convencer nunca más de que no es un demonio. Ahora si me defiende, desgraciado demonio, manipulador y lleno de tinieblas. Me lleve la mano a mi mejilla sobándome, porque Nat se veía más pequeño que yo, pero pegaba duro.

- No, déjalo hablar – dije acercándome de nuevo a Nat – a ver, dime, si es que tanto sabes, porque según yo sé, tu llegaste aquí al mismo tiempo que yo, ¿qué sabes que yo no sé? – Nat blanqueó sus ojos con fastidio.

- No hay peor ciego que el que no quiere ver – resumió lo que sentía a esa frase, suspiró y volvió a su sitio cerca de la "ventana".

- ¿Qué se supone que significa eso? – pregunté anonadado.

- Lo que dije – me respondió, de nuevo sin mirarme.

- ¿Por qué no me lo dicen claramente? – casi rogué. Hubo un pequeño silencio. Pero escuchamos el ruido de las puertas principales del monasterio abriéndose.

- ¡Por fin! – exclamó Nat mirando con algo de entusiasmo a través de la pequeña ventana. Me acerqué curioso y vi el coche del monasterio atravesar las enormes puertas. Ya había salido el padre Damon a su destino. Suspiré, sintiéndome extremadamente triste. Quién sabe qué iba a pensar el obispo acerca de mi familia ¿nos quitarían el renombre, el honor? ¿me ganaría una reprimenda de mi padre? ¿afectaría el compromiso de mi hermana? ¿podrían, algún día, mis otras hermanas casarse?

- Felicidades, lo consiguieron – dije en un tono molesto y me dejé caer sobre una de las camas. Sentía que estaba a punto de llorar.

- Deberías estar feliz también – Nat se acercó a mí. Se sentó a mi lado e intentó poner una de sus sucias manos en mi hombro. Leí sus intensiones y me moví rápidamente. Él se rió de mí, como si fuera divertido.

Destino Sagrado (MewGulf)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora