Historia totalmente ficticia con hechos ficticios.
Hace 3 semanas estaba cumpliendo uno de mis mayores sueños, viajar a Inglaterra y visitar Bristol, a mi no me interesaba Londres en lo más mínimo, era ambiciosa pero no tanto, contenta por mi ganancia me conformé, conformarse nunca es opción, eso me quedó claro.
Hoy, estoy totalmente secuestrada por un montón de hombres que no cruzan la más mínima palabra conmigo, ni siquiera miradas, pues al único que veo es a un joven alto de cabello negro y ojos azules, pero quita su mirada en cuanto se topa con la mía.
No sabía que el nuevo modus operandi de trata de blancas era así, aunque de todas mis hipótesis "vendedores de órganos" me parecía la más adecuada por cómo ni siquiera me miraban, tal vez los ojos se me gasten por cruzarse con los de ellos.
Como era costumbre, al momento de que el ligero rayo de luz pasara entre los papeles periódico que cubrían la ventana, el ojiazul caminaba hasta mi puerta con mi pijama nueva, era algo que no entendía, pero tampoco entendía por qué no me habían sacado el pulmón hasta ahora.
Dicho y hecho, el ojiazul entró de una y colocó las ropas sobre la cama, esta vez no era una pijama, podía ver desde lejos unos jeans sobre la blusa a la perfección.
— Cámbiate y no tardéis, los jefes vinieron a verte.
Temblé ante su voz, era severa, tenía acento español y se escuchaba algo sombría.
Genial, soy parte de una organización española para la venta en el mercado negro de órganos.
— ¿No habéis escuchado?, muévete.
Cuando levantó ligeramente su voz salté, comencé a caminar hacia mi cama donde la ropa se encontraba y el salió dando un portazo al cerrar la puerta.
Al terminar de cambiarme me quedé sentada sobre la cama con las rodillas pegadas a mi pecho, sentía mi corazón latir al mil por hora, mis labios secarse por mi exagerada respiración y mi mente solo pensaba en qué me harían estos hombres cuando los jefes llegarán.
No sé cuánto tiempo pasó, pero la puerta abrió haciéndome temblar, dos hombres como de 50 años, regordetes y canosos me sonrieron.
— Elena Barré, ¿cómo estáis querida? ¿cómoda?
Preguntó el de bigote negro, "¿cómoda?", ¿qué pregunta es esa?, es un maldito psicópata.
Mi boca quedó entreabierta, estaba sin palabras, nada podría hacer que ese hombre no me partiera en gajos.— Veo que te ha comió la lengua el gato.
Los hombres rieron al unísono, divertidos de mi vulnerabilidad supongo, si me van a matar que lo hagan de una vez.
— ¿Sabeos por qué te tenemos aquí?
El de bigote blanco preguntó esta vez, ¿de verdad esperan una respuesta mía?
— Responded.
Dictó el secuestrador que se encargó de mi todo el tiempo.
— Ah, ¿vender mis órganos?
Los dos señores rieron nuevamente, mi corazón palpitaba en mi garganta.
— A ver, tercer intento.
Los señores comenzaban a verme con una expresión en sus ojos parecida a la fascinación, eso me hizo temer aún más.
— Explotarme sexualmente.
— ¿Acaso te han tratado tan mal nuestros hombres que pensaos que queremos lucrar con tu cuerpo?
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Heredera de Borbón
Teen FictionElena es una mexicana común y corriente, hasta que a sus 17 años realiza el viaje que cambiará su vida, emprende su camino a Inglaterra, donde un grupo de hombres la secuestra y la mantienen bajo llave durante días. Ella no esperaba que pronto recib...