Contaba con tres semanas de educación para princesas, como si el palacio fuera una escuela yo me paseaba de largo a ancho por el, yendo de un salón a otro para tomar mis clases de Literatura, Idiomas, Modales y Música, en ese mismo orden.
Con lo poco o mucho de inglés que manejaba sobrevivía para pedir indicaciones y hablar con Monique.
— Lady Katherine me ha dicho que su profesor de baile por fin ha llegado, es el mejor en toda Inglaterra.
Me afirmó Monique mientras me ayudaba a refrescarme antes de comer, pues al parecer debo parecer como que no he hecho nada en todo el día ante las demás personas.
— Me parece oportuna su llegada, aunque ahora me esté ahogando entre las asignaturas.
Ahora tenía que practicar mi educación al hablar cada que abría la boca, en realidad me sentía saturada, cada clase duraba dos horas completas, ni un minuto más, ni un minuto menos y la verdad que eso era un poco exhaustivo, porque si no estaba en clase de Literatura debería estar leyendo para la siguiente, si no estaba en clase de Idiomas debería estar hablando en Inglés o Italiano, ya que ese es el que sigue en el plan de estudios, si no estaba en modales debía estar usándolos de manera correcta todo el día y si no estaba en Música debía estar calentando la garganta.
Los únicos días libres son sábado y domingo.
Ahora con Baile no voy a tener ni tiempo para respirar y muy apenas lo hago, cuando no esté en clase de Baile tendré que brincar de un lado del palacio al otro.
— Listo, su alteza.
— Gracias, Monique.
Agradecí una vez que me puso cualquier pequeño cabello en su lugar y yo me limpié el rostro.
Me puse de pie para caminar hacia la salida de mi habitación, Trece se encontraba afuera haciendo guardia como de costumbre.
— Me han indicado que el profesor de Baile ha llegado por fin, tenéis que verlo antes de ir al comedor.
Me afirmó en castellano, me señaló el camino por lo cual comencé a caminar hacia allá.
Caminé hasta el salón de audiencias de la Reina, no me gustaba estar ahí porque la más mínima idea de topármela y no ser de su agrado me generaba ansiedad.
— Majestad.
Escuché apenas puse la punta de mi pie dentro de este y cuando entré bien pude ver su reverencia.
— Buenas tardes, señor...
Cuando terminó la reverencia miró hacia mi dirección, hizo que contuviera aire de repente, era muy guapo y no se veía nada viejo, quería gritar por dentro para felicitar a sus padres por tan genuino hombre.
— Soy Anthony Beckinsale.
— Mucho gusto, Señor Beckinsale, puede llamarme Elena.
— Si me permite, quisiera seguir llamándole Majestad.
Usted me puede llamar el amor de su vida y no tendría problema alguno, nos quedamos en silencio unos segundos, escuché un carraspeo ronco detrás mío.
— Su alteza, es hora de vuestra comida.
Trece avisó con un tono de voz seco y frío como de costumbre, yo lo miré para después asentir.
— Claro, bueno, espero indicaciones de días y hora, Señor Beckinsale, es agradable tenerle aquí.
— Es agradable para mi estar aquí.
Hizo nuevamente una reverencia y yo me fui del salón de audiencia justo al comedor en el que siempre hacía mis comidas, aunque las hacía yo sola.
— De verdad que te puedes sentar conmigo.
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Heredera de Borbón
Fiksi RemajaElena es una mexicana común y corriente, hasta que a sus 17 años realiza el viaje que cambiará su vida, emprende su camino a Inglaterra, donde un grupo de hombres la secuestra y la mantienen bajo llave durante días. Ella no esperaba que pronto recib...