Lindo y precioso Castillo de Balmoral, jamás me imaginé siendo una huésped de este histórico lugar, pero eso es lo que ha hecho la vida conmigo últimamente, llenarme de sorpresas.
Inspiré hondo en cuanto bajamos del jet real, escocia olía diferente, muy a bosque, sonreí al aire era fresco.
Una vez en el castillo me asomé por los balcones y ventanas para apreciar la vista de los pinos y el profundo bosque que yacía detrás del jardín, de pronto me sentía en un cuento donde la princesa despertaba como en cualquier otro día, tenía tantas tareas por hacer a lo largo de las horas que las pequeñas cosas que la rodeaban eran las que llamaban su atención.
— Ya está la decoradora aquí, majestad.
Mencionó Trece sacándome de mi imaginación, yo le sonreí, miré la vista nuevamente como si se la señalara con mis ojos para después moverme hacia la sala común, donde la diseñadora estaba.
Faltaban tan solo unas horas para la celebración, sería tan solo con la familia real, incluso la reina ha insistido en venir, al parecer ya me quiere conocer, ni idea del por qué.
Imagino su concepto de mi, una plebeya sin educación que pudo convertirse en alta clase, al igual que imagino lo alto que su ego debe estar, alzándose la corbata frente a todos para decir que ella fue quien me enseñó todo.
De cualquier forma, contradecirla sería muerte inmediata.
— Mucho gusto, alteza, soy Marina Stewart, la decoradora.
Se inclinó ante mi como saludo.
— Bienvenida, Marina. Me agrada decirte que debemos iniciar de una porque aún queda mucho por hacer.
— Lo creo factible, majestad.
Comenzamos a caminar fuera de la sala común, directo al jardín.
— Bien, necesito que aquí pongas la mesa de postres, por acá las mesas para la cena, en estas deben estar las flores que pedí, con sutileza, nada de ramos pesados... por aquí necesito los juegos para los niños, y las mesitas de madera también, porque ahí dibujarán o colorearan... quiero las luces rodeando todo, para no perder la luminosidad porque la reina estará con nosotros y no quiero que no vea nada.
Marina escribía todas mis indicaciones al pie de la letra en su iPad, a una velocidad increíble y sin error alguno.
— ¿Sería todo, majestad?
Pregunta, yo me quedo pensando por si es que algo se me escapa pero no, lo demás lo deberé resolver con Marianne y los demás sirvientes.
— No, sería todo, si hay alguna duda deberá recurrir a mi.
Marina asintió, me dio una sonrisa y comenzó a caminar nuevamente hacia los adentros del castillo.
— Alteza, debo avisarle que tendré que hacer algo antes de prepararnos para la cena, pero que no quede duda que hay alguien vigilándola como un halcón.
Me avisó Trece, yo asentí sin poner tanta atención, escuché lo que dijo pero no lo asimilé, él se fue y yo comencé a caminar en busca de Marianne.
La cena había concluido con éxito, conocer a la familia real británica estuvo lleno de pretensiones, todos hablaban muy aireados y la comida fue muy para su gusto, si yo hubiera comido pozole hubiera sido feliz.
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Heredera de Borbón
Teen FictionElena es una mexicana común y corriente, hasta que a sus 17 años realiza el viaje que cambiará su vida, emprende su camino a Inglaterra, donde un grupo de hombres la secuestra y la mantienen bajo llave durante días. Ella no esperaba que pronto recib...