Escuché pasos tan rápidos y fuertes en el pasillo que pudieron traspasar la puerta de mi habitación, me enderecé de golpe, no pensé que al desayunar en mis aposentos tendría que usar todos los modales dignos de una princesa, esperé que nadie se diera cuenta que no seguía el protocolo estando a solas, la puerta se abrió de golpe, un segundo después ya tenía a Marianne frente a mi haciendo una inclinación.
— ¡Majestad!, ¡la Reina ha dado la orden de que salga a acompañar a Lady Katherine, Lord William y los infantes en la marcha real de hoy!
Casi nada después de que dijo eso entró Trece parando su carro, como si cómicamente frenara con los talones pues parecía que también había corrido hasta mi habitación por lo agitado que estaba.
Nos miramos fijamente, aunque después parecía indeciso entre si cruzar su mirada con la mía o no, así había sido desde mi cumpleaños, no podíamos sostener la mirada e incluso nos hacíamos pequeños ante la cercanía del otro.
— ¿Ha sido orden o petición?
Preguntó mi guardaespaldas interrumpiendo un corto y fugaz ¿silencio?, ¿tensión?... o algo parecido que vino a la sala cuando él entró.
— Ha sido orden.
Trece resopló, podía escuchar sus palabras silenciosas en mi cabeza "demasiado riesgoso", eso era lo que repetía en su cabeza una y otra vez, podía verlo en su mirada.
— Tendré que traer a mis hombres, ¿a qué hora es la marcha?
— A las 6:00 pm.
Respondió Marianne, sorprendentemente yo no había abierto la boca durante toda esta escena.
— Bien, atiende a la princesa correctamente respecto a la marcha y yo pediré seguridad máxima para ella.
Ordenó Trece, mi mucama asintió a sus palabras, ambos salieron como bala disparada de mi habitación, me quedé pasmada en mi asiento, mi desayuno se encontraba a la mitad y seguía sin formular -aunque fuera en mi cabeza- alguna respuesta para lo que acababa de suceder.
El resto de la tarde -4 horas- me
sumergí en los libros de este mes sobre la historia de España, hacía algunas anotaciones y de vez en cuando miraba por mi ventana apreciando la linda tarde que hacía hoy.Estaba terminando una de mis tareas cuando Marianne entró nuevamente a la habitación para vestirme.
Me peinó con ondas despreocupadas, me vistió con un vestido blanco y liso, por ultimo unos zapatos altos nude, bastante discreta y que fácilmente podría pasar por una prima que estaría de visita.
Trece se quedó todo el tiempo sentado en mi desayunador, mirando hacia la puerta y con el pie brincando sin control, estaba tenso, era más que obvio, ¿y cómo no?, se supone que debo estar resguardada, metida en la jaula de oro con altos muros que puedan mantener mi seguridad lo más óptima posible.
Yo también estaría tensa en su lugar, me encerraría y mantendría bajo llave, pero no podemos desacatar las órdenes de la realeza que nos mantiene.
— Listo, majestad.
Di las gracias, Trece asomó su cabeza para mirarme con sus grandes ojos, se puso de pie y caminó a la puerta, manteniéndola abierta para ambas.
— ¿Irás conmigo, cierto?
— Ya abogué lo que tenía que abogar para que no te permitieran la salida, casi soy acusado de traidor a una corona a la cual no pertenezco, por supuesto que iré contigo si ese es tu único destino el día de hoy.
No me esperaba esa gran explicación, desde que volvimos de Balmoral había cambiado eso de él, parecía como si quisiera charlar conmigo, quizá hacernos parte personal de la vida del otro.
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Heredera de Borbón
Teen FictionElena es una mexicana común y corriente, hasta que a sus 17 años realiza el viaje que cambiará su vida, emprende su camino a Inglaterra, donde un grupo de hombres la secuestra y la mantienen bajo llave durante días. Ella no esperaba que pronto recib...