Lin Wang 9 años.
Otra vez los dolores de cabeza lo volvían a atacar, logrando que sus horas de sueños fueran más pesados y más cortos.El cansancio había aumentado estos últimos meses, pero no quería decírselo a su mamá. No quería preocuparla y menos ahora que ella comenzaba a trabajar más horas y llegaba hasta tan tarde.
— Lin, el desayuno ya está listo — exclamó la mayor desde el otro lado de la puerta del baño.
— Ya voy~ — canturreo mientras secaba su cabello de forma apresurada y se colocaba el uniforme de la escuela.
Hoy era el día en que la escuela tendría una excursión, por lo tanto estaba emocionado y nervioso a la vez, así que quería que todo saliera bien el día de hoy. Por ello se dio prisa y salió del baño para dirigirse hacia la cocina y tomar asiento en la mesa, donde se encontraba su desayuno servido.
— No olvides dejar los platos en el lavado ¿está bien? — exclamó su madre besando su frente, y posteriormente acercándose a la salida, ya que tenía que irse al trabajo.
"¿A qué hora regresarás?" fue lo que quiso decir Wang, pero sabía que la pondría muy triste, puesto que la respuesta era siempre la misma; "Tarde"
— ¡Que tengas un buen día! — gritó el menor antes de que se fuera.
— ¡Tu también! ¡Diviértete y ten cuidado! — contestó con un tono dulce y cariñoso para luego cerrar la puerta detrás de ella.
. . .
— ¡Corre Lin o llegaremos tarde! — exclamó su amigo mientras iba corriendo delante de él como una gacela.
— Espérame Jian, no puedo correr tan rápido como tu — confesó intentando seguir el paso, a la vez que esquivaba a las personas que se cruzaba en su camino, aunque en una de esas terminó por chocar contra alguien — ¡L-Lo siento! — se disculpó levantándose de prisa del suelo y haciendo una reverencia — No vi por donde iba, perdón — mencionó sin levantar la vista.
— No importa — dijo el desconocido. Su tono de voz era un poco gruesa y rasposa, lo que llamó la atención de Wang, así que -apartando su timidez- elevo la mirada, encontrándose con un hombre vestido de forma desalineada, el cabello desordenado, y unas orejas muy grandes, además de que se veía que hacía mucho que no se afeitaba la barba.
— ¡Lin, apúrate! — grito su amigo, el cual volvió para buscarlo, y jalar de él para que siguieran corriendo, aunque el nombrado se veía más interesado en aquel hombre desconocido, al cual no le podía quitar la mirada, y parecía que el anónimo tampoco podía apartarla del niño.
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Beldad
RandomTodo aquel que viera a un niño como Wang entrar a un lugar como aquel deplorable departamento se preocuparían. "¿No es peligroso?" "¿Deberíamos hacer algo?" "¿Y si le sucede algo?" "¿Debemos detenerlo?" "¿Dónde están sus padres?" "¿Llamamos a la po...