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Levanté la mirada y me topé con un bello rostro meramente inmaculado. Su piel llana y pálida hacía lucir oscuros sus ojos, sin embargo poseían un hermoso color marrón, su pelo negro. Sus labios rellenos y rosados se estiraron y formaron una bonita sonrisa curiosa.

-Hola- pronunció.

-Hola- Dije medio atontado por el bello rostro juvenil que tenía justo enfrente.

-Perdóname. Es que soy un poco distraído- Musitó ligeramente ruborizado.

-No, no; el distraído soy yo- dije y luego me reí.

-Soy Lee Heeseung - me estrechó la mano.

-Shim Jake - me presenté.

-Eres coreano- adivinó.

-Sí, Gwanakgu, de allí vengo.

-¿En serio? Yo nací en Seúl - aclaró- También soy coreano, pero con raíces europeas y americanas- explicó con emoción.

Ahora había entendido entonces, por qué me había hablado desde un principio en coreano; pero luego dirigí la mirada hacia la puerta del departamento en el que él iba a introducir la llave antes de que yo le chocara.

-¿Vives aquí?- balbuceé al captar el trío de números que formaban el trecientos ocho.

-Sí, con mi tía; te dije que tenía raíces europeas.

La anciana gruñona con la que Sunoo me había dejado la llave de su apartamento era tía del lindo muchacho que me sonreía en este instante.

Abrí los ojos ante la sorpresa.

-¿Eres sobrino de la señora ? -inquirí.

-Sí, ¿la conoces?

-Sí, bueno no- dije y su expresión pasó a ser una mueca de confusión-. Mi amigo me dejó la llave de su departamento aquí y sólo pasé a recogerla, de allí conozco a tu tía- expliqué.

-¡Oh! ¿Eres tú el lindo chico que se mudó con Sunoo?- preguntó como si hubiese completado un rompecabezas en su memoria.

-Sí y... gracias por lo de 'lindo'.

-Oh, bueno, eres lindo- musitó y se encogió de hombros-. ¿Vas a algún lado?

-Sí, a un laboratorio de fotografía. ¿Sabes dónde queda la calle Squero de San Trovaso?-pregunté mirando el papelito arrugado en mi mano y tartamudeando al leer el nombre de la calle.

-Sí, es cerca de uno de las canales hacía el norte.

-¿Está muy lejos?

-No, puedes ir caminando; son como cinco cuadras de aquí.

-Oh, gracias.

-Puedo llevarte si quieres, tengo auto- ofreció.

-No, gracias, hoy caminaré, tengo tiempo de sobra- musité con aplomo.

-Oh, está bien, ¿puedo invitarte luego un café? Para conocernos, digo, vamos a ser vecinos- se encogió de hombros un tanto avergonzado y ligeramente ruborizado.

-Claro, me encantaría.

-Hasta luego, entonces.

-Hasta luego -dije-. Oh, y grazie mille -murmuré lo que había aprendido de Sunghoon el día de ayer, cuando agradeció al mozo.

Heeseung me sonrió.

-Di niente, bellissimo ragazzo- pronunció.

Me ruboricé un poco y le dije adiós con la mano; luego bajé las escaleras y me encaminé por las calles de Venecia esperando encontrar lo que buscaba.

Manual de lo Prohibido | JakeHoon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora