End.

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Se hizo tarde, entre cavilaciones y dilemas, el silencio pintó su ocaso; supe que era mejor irme ya. Y aunque había pasado el tiempo, no quería pensar en que Sunghoon, quizá esta vez hubiese dejado de perseguirme, ¿Y si lo hizo? Ya no podía con tantas dudas, mañana regresaba a mi casa y si Sunghoon no apareciese de nuevo, entonces no le importaba tanto como decía.

Tomé otro taxi para que me llevara al hotel, siendo ya las ocho treinta de la noche. Rogaba al cielo por una señal, lo que fuera, algo que me indicara que correr el riesgo valía la pena. Algo que me dijera que Sunoo estaría bien fuera cual fuera mi decisión. En ese momento pensé en algo que no me había pasado por la cabeza: Ni-Ki. Pero al instante de cavilar su nombre en mi mente, un puñado de preguntas aparecieron como reacción secundaria. ¿Sunghoon estaría enterado ya de que su hermano está enamorado de Sunoo? ¿Ni-Ki seguirá enamorado de Sunoo? ¿Qué hizo hizo después de que fue tras él la vez que...? ¿Qué habrá pasado con ellos ahora? Lo último que supe fue lo que Jungwon me había contado, pero eso no respondía mucho. Nada en realidad.

- Aquí es. - Le señalé al taxista al ver el hotel. Pagué y luego me bajé del auto.

Había dejado transcurrir varias horas. No sabía qué había sucedido con mi exposición, con Sunghoon, no sabía nada. Me reí de pensar que las dos veces que he presentado la exposición he huido sin estar en el final. Pobre Hanbin, tenía que recompensarlo de alguna manera. Subí hasta mi habitación, con el plan de llamarlo. Él era mi único informante de todo.

Pasé la tarjeta para abrir la puerta y la calidez de la habitación me invadió al instante. Sobre la elegante alfombra verde olivo que tapizaba el suelo, había un sobre ancho y rectangular con mi nombre en la cara superior. Cerré la puerta y me agaché para levantarlo, curioso. Era delgado y liviano, lo que sea que trajera dentro era solo cartón o algún papel duro. Lo abrí, más curioso que antes y cuando saqué su contenido, pude por fin ver que era. Había un par de fotografías, solo dos.

El corazón me palpitó con esos latidos tan conocidos y enamorados. En la primera fotografía había una palabra que fue retratada en algún negocio, como los carteles o letreros que se pegan a las vitrinas o cuelgan de la parte superior de la entrada. La segunda fue tomada en algo de algún adorno romántico para San Valentín y allí estaba mi señal. Juntas decían "Te amo". Estaba casi seguro de quién las había enviado, porque conocía la letra que dibujaba mi nombre en la portada.

Dí la vuelta a una fotografía y en la esquina inferior derecha decía Sunghoon. Las lágrimas desbordaron por mis ojos. Él no iba a parar nunca, ¿Verdad? ¿Qué más podía pedirle al cielo? No necesitaba otra señal, me estaba demostrando que me amaba tanto como yo lo amaba a él. Quería mi final feliz, ¡lo anhelaba! ¿Pero dónde estaba Sunghoon?

Giré por costumbre mi cabeza en todas direcciones, pero era un cuarto de hotel, allí no había nadie excepto yo. Mañana me iba, ¿Dónde diablos estaba Sunghoon ahora? Corrí rápidamente hacia el teléfono y marqué a Hanbin. Las lágrimas desesperadas me inundaron más los ojos porque no me contestaba.

- No, Hanbin no. No me hagas esto ahora. - Susurré al dejar pasar cuatro timbrazos sin que contestara. Otros dos más y me mandó al buzón. - Maldición. - Colgué el teléfono y me dejé caer sobre mis brazos llorando.

¿Por qué había sido tan estúpido? Ya hasta dudaba que ese nivel de idiotez que yo había alcanzando fuera común. ¿Tiempo para pensarlo? ¡Pero qué estúpido, si eso era lo que yo deseaba desde el principio! Derramé mi pesar en las pesadas lágrimas que caían de mis ojos. Mañana me iba, ¿Dónde iba a encontrarlo?

Mientras seguía llorando como tonto, lamentándome, unos golpes tenues llamaron a mi puerta; ¿Quién molestaba ahora? no tenía ganas de ver a nadie, a menos de que fuera... ¡Hanbin! Pasé los puños de mis manos por mi cara para tratar de limpiarme las lágrimas y corrí a trompicones hasta la puerta. Al abrirla me llevé una mano al corazón por que al reconocer a la persona parada tras el umbral, pensé que se me iba salir del pecho.

Manual de lo Prohibido | JakeHoon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora