Shion +18

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— No seas cabrón

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— No seas cabrón.

— Paga entonces — Puse los ojos en blanco y me acerqué a unos bravucones que estaban a unos metros de nosotros.

Shion estaba con su rostro divertido y yo estaba que me llevaba el diablo. Aquellos sujetos se quedaron en silencio cuando me vieron llegar a ellos, quienes llevaban cigarrillos, otros unas botellas de alcohol y los restantes solo miraban con detenimiento.

— ¿Tú eres la que nos pondrá en nuestro lugar? — Cuestionó un chico más alto que yo, pues mi poderoso 1.60 no ayudaba en ciertas ocasiones.

— ¿Acaso pueden observar a otra persona? — Pregunté con sorna, estaba fastidiada, tenía hambre y Shion me tocaba los malditos ovarios.

— Estarás en el suelo en menos de un segundo, niñita.

— Ay, cállate gordo de mierda — Algunos rieron ante mi comentario —. ¿Quién de todos ustedes es el líder?

— Yo — Un rubio de casi dos metros se levantó del piso. Un chico exuberante, de piel blanca como los fantasmas y mirada totalmente enigmática —. ¿Qué me vas hacer pequeñita?

— Nada, sólo te dejaré en ridículo.

— No me hagas reír.

— Si te ríes ya es tu problema — Contesté fastidiada.

Lo que tenía que hacer por no darle dinero a ese idiota que seguramente estaba disfrutando de toda la escena. Miré a mis dos lados sin girar mucho mi cabeza y medité la posibilidad de salir huyendo, pero no era lo conveniente.

Aquel sujeto desagradable se irguió de más para intimidarme, algo que no le funcionó, ni siquiera me inmuté... Suspiré y con una amarga sonrisa me coloqué en posición para que esto se acabara de una maldita vez, algo que no tardó en suceder, pues el hombre abusó de toda egolatría posible y ni siquiera dimensionó el hecho de ser noqueado en tres ágiles movimientos.

— Bueno, adiós — Iba seguir golpeándolo, pero no le vi el caso, con eso estaría mejor, así que giré sobre mis talones y para mi suerte Madarame ya no estaba.

Maldito hijo de perra, me las vas a pagar.

Suspiré fuertemente para después caminar por las calles que poco a poco comenzaban a ser más tranquilas, pues el cambio de ambientes se reflejaba demasiado en ciertas zonas. Los árboles se movían y sus hojas emitían un sonido que para mí era relajante, así que me fui a sentar el césped.

Aún traía mi mochila con las cosas de la escuela de Gimnasia, pues me tocaba entrenar sola esta semana, afortunadamente el amigo de mi papá manejaba ese lugar y me daban el acceso cada vez que quisiese, así que era aún mejor, porque me gustaba la privacidad.

— Maldito Shion, te voy a cortar los huevos — Cerré los ojos un momento para disfrutar de la soledad que emana el entorno.

— Te escuché — Abrí solo un ojo para mirarlo, quien cruzados de brazos se encuentraba —. Tuve que irme a arreglar unas cosas.

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