Capítulo 2

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Llame al delivery para que trajera mi almuerzo — ¿Qué creyeron? Que yo cocinaria? —.

— No, no tengo tiempo.

Mi dia transcurrio normal, pero... al final del dia, cuando ya nadie me ve, cuando las cortinas se cierran, mi corazón se siente en una soledad inmensa. Recuerdo que no hace mucho lei en alguna parte que "Hasta que no te sientas comodo estando solo, nunca sabrás si estas eligiendo a alguien por amor o por soledad."

Me quede mirando hacia la nada en mi cama, pensando en cosas como "¿Por qué todavía no he encontrado a alguien que me ame?" "¿De verdad soy tan mala pareja? Es decir, soy genial... pero no sé... actualmente los chicos solo quieren chicas que les cocinen y que los atiendan, es decir, no soy tu sirvienta, amigo."

En todas las citas que he tenido nadie se acerca ni un poco a ser el chico que quiero, no digo que todos sean iguales, pero algunos son un poco... idiotas. Me gustaria conocer a alguien que también me atienda a mi, que seamos equitativos, no es mucho pedir...

— ¡Es un caso perdido!

Me hundo en mi almohada a gritar.

— ¡No!

Me pongo de pie en mi cama.

— ¡Yo no me rindo!

...

Al dia siguiente me levante con el mejor animo que pude, estuve despierta desde las 4 de la mañana intentado la famosa rutina de Cassie de euphoria, una serie que me cale toda una semana. Luego de eso, estuve lista a las 6 de la mañana. Me puse un vestido azul celeste y unos tacones no tan altos de color blanco. Subi a mi camión de entregas y deje todos los pedidos en las casas que me habían solicitado una piñata, hasta que llegue a la ultima casa, eran alrededor de las 10 de la mañana.

Era una casa muy grande, no podia ver hacia dentro, pero las paredes de al frente son de piedras decorativas, y el porton es marron, parece de madera muy refinada y tenia unas hermosas jardineras — Vaya, ¿quien vivira aqui? — De repente sale un hombre de 1.90 de altura, traia una camisa manga larga de color blanco, un chaleco negro y un pantalon negro, zapatos caros, Dios, todo era caro — ¡Hasta su cabello parece caro! —.

Se me queda mirando extraño. — La piñata! —.

— Disculp...

Lo interrumpo.

— Oh, si, si. La piñata, ya se la entrego.

Camino hacia la parte trasera de la camioneta y abro las puertas para sacar la piña. Era de princesa, por cierto.

— Tenga.

— Gracias, mi hija estara feliz.

Menciona sacando el dinero para pagarme.

— Se me ha olvidado, cuanto te debo?

— Oh, eh, son 100 reais.

Digo un poco sonrojada.

Dios, es que mira este hombre, esta guapisimo... — ¿Tendra anillo de compromiso?— Observo sus manos y efectivamente, no, no hay anillo. Literalmente, me emocione.

— Ten.

Me entrega 300 reais.

¡¿300 reais?! Quede estupefacta.

— Oiga, solo eran 100 ¿Por qué me da 300?

— Tu hiciste un trabajo para mi hija, de seguro estuviste todo el dia haciendo esto, ni yo podria hacer algo así, sorprendente. Haces un trabajo increíble.

— Ah... ok. Digo, gracias, es un placer jaja, bueno me voy, gusto en conocerlo señor...

— Matias.

— Oh, mucho gusto.

Estrechamos nuestras manos mientras le regalo una pequeña sonrisa.

— ¿Y tu eres?...

Me pregunta.

— Me llamo Angela.

— Encantado, Angela.

Hace una pequeña reverencia en forma de broma.

Ambos reimos.

— Bueno, me voy, adios...

Sonrío, y el se despide con la mano.

Subo al camión y le echo una miradita a Matias mientras desaparece por la puerta de su casa.

— ¡Es tan guapo!

Emito un grito de emoción.

Conduzco hacia mi casa para preparar el almuerzo, pero antes hago una parada en casa de mis padres para ver que hacen.

𝓔𝓷𝓬𝓸𝓷𝓽𝓻𝓪𝓷𝓭𝓸 𝓔𝓵 𝓡𝓸𝓶𝓪𝓷𝓬𝓮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora