— ¿P-Presidente?
De todas las personas que existen, me enamoré del hombre más rico de Brasil...! La fundación Manos Unidas es una de las que tienen más prestigio aquí, ya que, tiene varias sedes en todo el país, y siempre está recibiendo a grandes inversores.
Estaba muy asombrada.
— Si, soy el fundador de Manos Unidas.
— Increíble, ¿Cómo hiciste para crear tu empresa?
— Pues, con mucho esfuerzo logre crearla. Y también gracias a mi padre que invirtió en ella. La idea surgió gracias a que una vez me perdí en la ciudad de Río de Janeiro, tenía alrededor de 12 años, y eran las 3 de la tarde. Estaba asustado porque habían muchas personas, siquiera recordaba el lugar en donde mi padre me había dejado. Recuerdo que antes de perderme, mi padre me dijo "Quedate ahí, voy a resolver unos asuntos." Pero obviamente no le hice caso, así que decidí "explorar", había caminado tanto que ya ni sabía en donde estaba, hasta que entre en un callejón. No te voy a mentir, me robaron los zapatos ese día. Así que corrí, corrí y corrí, hasta que llegue a un lugar en donde se encontraba una familia de indigentes, era una señora un poco mayor, yo diría que de unos 45 años, tenía unas cuantas canas y su mirada era triste, sus tres hijos, una niña de 2 años y dos muchachos de 14 y 12. Me les acerqué pidiendo ayuda, les dije que estaba perdido, así que la señora muy amablemente me invitó a su casa. Era muy diferente a mi vida todo lo que vi ese día, esas personas vivían bajo un techo que estaba a punto de caerse, no tenían piso y todo era pequeño y desgastado. Me sentía mal porque, mientras yo estaba tranquilo en mi casa con mis comodidades, ellos estaban ahí, luchando para sobrevivir. La señora me dio un vaso de agua y luego me llevó a una estación de policía cercana. Luego se despidió y de ahí no supe más de ellos. Desde ese entonces mi idea siempre ha sido ayudar a los más necesitados, así que, en lo que cumplí 25 puse en marcha mi plan. Hoy, tengo 31 años y mi fundación mañana va a cumplir 6 años desde que empecé.
— Waoh... Que increíble historia.
— Si... Por cierto, se que no me pediste nada, pero me gustaría invitarte un café mañana, si estás libre, claro.
Pregunta apenado.
— ¿Un café?
— Si, es que aún me siento culpable de que casi mi chófer te atropelle, si sigo así de apurado en el futuro terminaré atropellando a alguien de verdad.
— Ya te dije que no te preocupes. Pero para no ser mal educada, aceptaré tu invitación.
Le dediqué una pequeña sonrisa.
— Papá, vamos a casa. Tu historia me dio sueño.
Menciona la niña a punto de dejar su cabeza caer en la mesa. Pero Matías la detuvo antes de que se golpeara. La sostuvo y luego la cargó.
— Bueno, Ángela. Gracias por escucharme, te espero a las 8 de la mañana. Mi chófer pasará por ti, mándame tu dirección por WhatsApp.
— Oh, claro, esta bien. Entonces nos vemos mañana.
Matías sonríe y se despide con la mano. Imitó la misma acción y lo veo desaparecer por la puerta.
...
Al día siguiente me levanté lo más feliz, abracé mi almohada y empecé a hacer una especie de bals en mi habitación, me bañe y elegí mi mejor atuendo. Me puse un crop top negro, un pantalón elegante de color beige y unos tacones blancos.
— Me veo genial.
Menciono mirándome en el espejo haciendo poses como que si fuera modelo.
Agarro un sombrero beige grande que tenía por ahí y escucho el pitido de un carro.
— Vinieron por mi.
Salgo apuradisima del apartamento, y corro hacia el ascensor, pero me detengo al recordar que dejé mi bolso en mi apartamento. Regreso y busco mi bolso.
— Ahora si.
Entro al ascensor y bajo.
— Hola, buen día.
Saludo al chófer amablemente y me sonríe y abre la puerta.
— Buenos días, señorita, Ángela.
Cierra la puerta y conduce.
Miro por la ventana y pienso, "Dios, nunca había estado en un carro tan lujoso, gracias, gracias, gracias."
Al llegar, baje y agradecí porque me habían traído. Me adentre al establecimiento y me encontré a Matías sentado en una de las mesas. Me saludó y le sonreí.
— ¡Hola!
— Hola, te ves muy bonita. Siéntate por favor.
Se levanta y me acomoda la silla.
— Gracias.
Sonrió y me siento.
— ¿Cómo está su hija?
— Dejemonos de formalidades, llámame por tú.
— Oh, está bien.
— En fin, mi hija está bien. Por cierto, se me ha olvidado decírtelo, pero a mi hija le gustó su piñata. Es más, quiero que me hagas otra para dársela a los niños de la fundación. Te pagaré 1000 reais por eso.
— ¡Que!
Me levanto de mi puesto sorprendida y todos se me quedan viendo. Apenada me siento de nuevo.
— Lo siento, nadie me había ofrecido tal cantidad, NUNCA.
— Es lo menos que puedo hacer, tus trabajos son increíbles.
— Waoh... Gracias, de verdad.
Sonrió tímidamente.
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𝓔𝓷𝓬𝓸𝓷𝓽𝓻𝓪𝓷𝓭𝓸 𝓔𝓵 𝓡𝓸𝓶𝓪𝓷𝓬𝓮
RomanceAngela está muy ansiosa por encontrar a su verdadero amor ¿Pero será al fin el año perfecto para ella?