Capitulo 3

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Pasaron dos semanas.

La fisioterapia fue muy pesada para Rocio, pero era lo necesario para salir finalmente de ese aburrido lugar. Al momento de ser dada de alta, quedo contenta por salir, pero al mismo tiempo le corrió un escalofrio. Esa molesta incertidumbre de saber cuantas personas desconocidas para ella estarían ahí afuera esperando saludar a quien ellos si conocian.

Tuvo salir acompañada de su madre y Cecilia para sentirse menos nerviosa. Pero que bien que se sentía pisar el suelo del exterior nuevamente, aunque al mismo tiempo, todo transmitiauna sensación desafiante. Incluso un grupo de jóvenes sonrientes cuyas caras no recuerda haber visto en su vida justo en frente suyo viéndola le parecía extraño de ver.

-¡Rocio!-

Primero se acerco una chica relativamente mayor que ella, de apariencia aria, cabello teñido de blanco amarillento y corte sofisticado. Esta le abrazo sin permiso pero alegre, y una parte de Rocio se regocijo de tener un recibimiento tan calido.

Luego una morena de cabello ondulado casi tan alta como Cecilia se acerco con una sonrisa complaciente pero un poco forzada, como si aquella no haya querido estar ahí en primer lugar. Rocio solo esperaba malinterpretar su gesto y suponer que ella simplemente no era muy expresiva o tal vez era timida.

El tercero era un chico. Era pelinegro y algo apuesto de mirada dulce. O quizás solo se veía muy cansado. Pero al cruzar miradas con la paciente, sonrio de repente. Se notaba que su pensamiento estaba en otro tema que probablemente no tenia que ver con ella.

El la abrazo, con ganas y mucho cariño. Para entonces Rocio callo en cuenta que el podría ser el mencionado interes amoroso.

-¿Cómo te... llamas?- Pregunto ella en su hombro mientras intentaba devolver el abrazo con la misma intensidad.

Pero el joven se aparto de ella para verla a los ojos. Su expresión cambio a un estado de shock y tristeza.

-Ay... eemm... perdón... es que...- Rocio quiso empatizar lo mas que pudo con el extraño.

-No... esta bien... ya me entere que... perdiste la memoria...-

Su mirada estaba gacha de la descepcion. De veras se lo veía lastimado. Lo peor es que no había nada que hacer para Rocio. Definitivamente le hubiera gustado recordar que papel tenia el en su vida y que tan importante era. Por lo visto, ella para el si era importante.

-Soy Matias... me llamo Matias- Decia rascándose la nuca como señal de abrupta timidez.

<<Matias>>

Antes de que Rocio pueda decir algo mas con su sonrisa de amabilidad, la chica del pelo amarillento y vestimenta rockandrolera se acerco a tomar el brazo de ambos como intentando intervenir en una reconciliación.

-Lo que mas importa de todo. Es que nuestra amiga se encuentra aca con nosotros ahora. Sana y salva. Y estoy segura de que pronto vas a recuperar tu memoria, cariño. Vos tranquila.-

Luego de transmitir unas palabras tan inspiradoras, ella la abrazo. Y tanto la morena como Matias se unieron en una acogida grupal. Desde luego que Rocio se sentía mucho mejor en el centro.

La únicas excepciones al gesto, era su madre quien veía la escena muy conmovida, y a su lado Cecilia, quien veía el cuadro feliz con una expresión mas cambiada, sin ninguna sonrisa.

Rocio tenia muchas ganas de quitarse el casco de tela curatoria de la cabeza. Pero los doctores le plantearon que su herida craneal no estaba cicatrizada aun, y que para tratarse aquello debía volver al consultorio una vez por semana. Para ella era un calvario cargar con eso, ya que sabia muy bien que llevar esas vendas envolviendo su cabeza siempre llamaría mucho la atención.

En el auto, su madre estaba conduciendo. A su lado estaba la aria de cabello sofisticado. Rocio estaba atrás, entre medio de la morena y Cecilia. Matias se retiro directamente a su casa. No solo porque no había lugar para el en el auto, sino por que dijo que se encontraba muy cansado. Rocio solo se atribuia la culpa, pues sabia muy bien que el estaba claramente deprimido por la triste realidad.

-¿Ustedes podrían decirme como se llaman?- Les pregunto tranquilamente a las dos chicas anónimas sobrantes. Todos la vieron excepto su madre. La morena empezó.

-Macarena- Dijo mirando con algo de indiferencia en su mirada al frente.

-Y yo soy Lilly- Dijo la aria del frente. –Por cierto, Rocio, aprovecho a decirte que podes venir a verme cuando quieras, cada vez que te sientas como para desahogar alguna inquietud. Yo estoy disponible para vos- Dijo muy amigable, demasiado.

Su madre roleaba sus ojos.

-Lilly es psicóloga. Buena suerte con eso- Bromeo la conductora.

-¿En serio?- Pregunto Rocio.

-Bueno... solo soy estudiante. Me falta un año en la universidad. Pero soy muy aplicada- Dijo agraciada y un poco jactanciosa al respecto.

-Solo no la vayas a transtornar- Dijo Macarena incrédula.

-Ay, vos ni sabes- Lilly quedo a la defensiva.

Cecilia no decía ni una palabra en todo el trayecto.

Al dejar a Lilly a su edificio, ella le hizo saber a Rocio en que piso vive para que la notifique. Realmente estaba deseosa de que la visite para una sesión terapéutica mas que un encuentro casual.

Al dejar a Cecilia, ella le dijo a Rocio que para el dia siguiente, ella le tendría preparado un encuentro grupal para comer asado en su bienvenida.

Y al momento de dejar a Macarena en su departamento, ella solo se despidió.

Por ultimo su madre se detuvo en casa de Rocio. Si, ella pudo notar que en realidad tenia una casa propia y vivía sola, pero su madre quiso insistir en acompañarla esa noche para cuidarla en cualquier caso. Rocio no podía quejarse realmente. Ella necesitaba la compañía de alguien mas que nunca.

Si bien era temprano en la noche. Rocio solo queria investigar su habitación y acostarse en su cama por el cansancio.

Esa misma noche, Rocio volvió a soñar con ese animal.

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