Barrotes

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Me desperté aquella mañana con un extraño presentimiento.

Contemplé aquella diminuta celda mientras me sentaba en la cama, las paredes y el suelo estaban sucios, el olor era desagradable y tan solo estaba iluminada por una bombilla que colgaba del techo.
Al principio la estancia en aquella prisión fue muy dura, pero pronto terminé siendo la dueña del lugar. Todas las mujeres me respetaban y todos los hombres se morían por mis huesos, incluso alguno de los guardias me tenía consentida.

Agarré mi toalla y mi neceser para ir a darme una ducha.
Caminé por aquel largo pasillo.
Todas las mujeres estaban dormidas, ya que yo siempre era la primera en despertarme para que nadie me molestase, odiaba que me interrumpieran cuando me estaba arreglando.

Me duché tranquilamente, me envolví en la toalla y me miré en el espejo.
Mi rostro era totalmente diferente al que tenía cuando entré ya no había aquella sonrisa tierna que iluminaba mi rostro en el pasado, ya no había aquel brillo especial en mis ojos... era una mujer totalmente distinta.
Tomé una pequeña barra de labios roja de mi neceser, el jefe de la prisión me la dio como obsequio al evitar una fuga.
Tuve varias ofertas para dejarme en libertad pero rechacé todas y cada una de ellas.
¿Por qué? os estaréis preguntando. La respuesta es muy sencilla, simplemente porque no me apetecía salir de allí en aquel momento.

Mi historia es algo larga, tanto que no sería capaz de resumirlas en pocas palabras.
Solo puedo deciros que antes llevaba una vida mucho más feliz que la que tengo aquí dentro.

Justo cuando terminé de arreglarme sonó la alarma para que los presos se levantasen, salí de allí y caminé de nuevo por aquel largo pasillo recibiendo saludos de mis compañeras.
ME senté en aquella diminuta cama individual que estaba justo a mi medida, si tan solo me movía un poco mis pies sobresalían de ella.
Tomé un libro que tenía bajo mi almohada, estaba totalmente enganchada a aquella historia. Siempre pensaba si algún día llevaría una vida como la protagonista de aquel libro, pero luego me decepcionaba al recordar que la vida real no es como la que se refleja en los libros.

Leí dos capítulos y fuí al comedor para reunirme con mi grupo.
-Hola- dijeron las 4 a coro.
-Buenos días chicas- dije tomando asiento frente a ellas.
-¿Habéis oído lo de la fuga?- dijo Val -hay que ser muy estúpido para intentar fugarse de esa forma-
-Ya ves- dije con una leve risa dando un mordisco a mi galleta.
-Bonito pinta labios- dijo Amy -te queda muy bien ese color-
-Gracias- sonreí -es un regalo-
-Que habrás echo ahora- dijo Emma con un risilla.
-Nada- dije con una sonrisa ladeada poniéndome el pelo a un lado -tan solo ser "buena"-
-Tu nunca vas a ser buena (T/N)______- dijo Vicky -todas lo sabemos. Si algún día sales terminarás volviendo aquí-
-Tal vez tengas razón o tal vez no- dije poniendo los brazos detrás de la nuca dejándome caer un poco de la silla -soy una mujer caprichosa-

A la tarde estabamos haciendo ejercicio en el patio.
Yo estaba corriendo con mis compañeras cuando dos tíos comenzaron a pelearse entre ellos, al parecer estaban peleando por ver en quien me fijaba antes.
-Patético- dije riendo con mis amigas mientras los guardias le separaban.
-¿No tienen otra cosa que hacer?- dijo Emm.
-Me parece que no- dijo Val.
-Chicas- dijo Vicky -¿Hacemos estiramientos y luego nos vamos a dar una ducha rápida?-
-Vale- dijimos antes de ponernos a estirar.

Cuando terminamos de ducharnos cada una volvimos a nuestra mugrienta celda.
Me tumbé en la cama y volví a sumergirme en la lectura de aquel hermoso libro que nunca me cansaba de leer.
Estaba tan centrada en la lectura que no me di cuenta de que uno de los guardias me llamaba.
-Perdona Bob- dije guardando el libro -no te había oído ¿Qué pasa?-
-Tienes visita- dijo él -acompáñame-

Seguí a Bob por aquellos largos pasillos hasta la sala de visitas.
Cuando entré me llevé una gran sorpresa al ver al almirante MArcus de la Flota Estelar allí.
Me senté y me crucé de brazos con rostro serio.
-Vaya almirante- dije -no esperaba verle por aquí-
-Lo sé querida- dijo él -¿cómo te van las cosas?-
-Pues mucho mejor de lo que creía- dije con una sonrisa falsa.
-Supongo que te preguntarás que estoy haciendo aquí ¿Verdad?- dijo mirándome.
-Claro- dije apoyando los codos en la mesa.
-Tengo un trabajo para ti- dijo él -creo que te será de un gran agrado realizarlo-
-De que se trata- dije curiosa.
-Verás- dijo MArcus con una sonrisa ladeada -lo único que te puedo decir es que podrás vengarte del que te hizo acabar aquí-

Aquella frase hizo que aquel sentimiento de oido, rabia y rencor volvieran a surgir en mi interior.
Recordar el momento en el que Khan Noonien Singh me había traicionado era como su oscureciera totalmente mi corazón haciendo que el odio brillase en mis ojos.
-Está bien- dije -le ayudaré-
-Muy bien- dijo él -a cambio de que la misión sea favorable obtendrás tu libertad. Si fracasas volverás aquí y te pudrirás-
-No se preocupe- dije sonriendo -nos veremos mañana señor Marcus- dije antes de volver a mi celda.

Volví a mi celda y saqué una antigua fotografía de la última página del libro. En ella apreciamos Khan y yo con dos enormes sonrisas en un parque de Londres, la ciudad que había sido nuestro hogar durante muchos años.
Por fin había llegado la hora de llevar a cabo mi venganza y no pararía hasta ver a Khan encerrado entre aquellos sucios y fríos barrotes.

Todos quieren conquistar el mundo (Khan y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora