EPISODIO 11

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— ¿Padre? — Mencioné, atónito ante tales presencias frente a mí, personas las cuáles jamás quise ver en mi vida y aquellos hombres, cambiarían mi vida se un giro de 360°.

— Dame a la chica, ahora.— Respondió con un tono molesto, Estarossa no dejaba de apuntar con el arma hacia mí, Elizabeth se acercó rápidamente colocándose atrás mío.— ¿O quieres hacer ésto más fácil?.

El arma disparó, asustando a todos los qué se encontraban aquí mismo. No dañó a nadie ya qué la bala fué disparada al techo.

— Papá, no hagas ésto.— Respondí.El azabache junto con Gelda, salieron a observar lo qué sucedía.

— ¿QUE MIERDA PAPÁ? SUELTA EL ARMA.— Mencionó con susto mi hermano menor, intentando acercarse a mi padre.

— ¿ENTONCES TÚ TAMBIÉN ZETA?.

— ¡No vuelvas a llamarme así!, ¡NUNCA!. — Estaba furioso qué era capaz de actuar ahora mismo, su rencor hacia él no le permitía sentir miedo ahora, ya era cosa del pasado, ya no consideraba a su padre como alguien que da el buen ejemplo, alguien qué obviamente, era honrado por sus hijos.

— Zel... No quiero dañarte.— Mencionó mi otro hermano de cabello plateado, en realidad estaba temblando, sus ojos mostraban miedo, desespero y decepción de sí mismo.

— Hermano, lárgate con las chicas.

— ¿QUE?, ¡NO ME IRÉ SIN TÍ!. — Se quejó por la tontería qué mencioné.

— Es la única forma Zel, ¡VETE!.— Zeldrick por fin aceptó mi decisión y se fué con ambas chicas, Elizabeth no quería pero debía hacerlo.

— ¡ESTAROSSA!.— Mencionó el nombre aquél viejo qué, sin pensarlo, tomó la muñeca de Estarossa mirándolo fijamente.— Eres un cobarde.— Le quitó la pistola y luego le disparó en la cabeza, una imágen que no borraré nunca en mi vida.

— ¡HERMANO! — Me quedé inmóvil en aquél momento, no podía reaccionar, Zeldric se había ido, él no sabía nada, era obvio si estaba lejos ahora, pero a pesar de qué la vida vale mucho, cómo la de Gelda, Elizabeth y él, Estarossa era una vida qué jamás debió ser arrebatada por nadie. Y menos por mi propio padre... Nuestro propio padre.— ¡ERES UN IMBÉCIL!— Exclamé, tomando la iniciativa de intentar alcanzar aquella arma qué aún, la poseía aquél hombre. Al final no logré tomarla.

Disparó. Tanto tiempo conociendo a ése viejo, sabiendo sus planes, su forma de ser, personalidad, en realidad lo conocía de pies a cabeza, pero nunca vió ésa faceta suya, la insensibilidad hacia sus propios hijos. Mi pecho sangraba sin parar.

Nunca le importó.

Y era tan obvio, qué no lo podía ver, era ciego hasta ver a mi propio hermano morir. Escuchar las sirenas de la policía o tal vez... ¿La ambulancia?. Ya esperaba mi muerte.

Elizabeth.

No, definitivamente no, jamás me debo rendir y menos por algo tan insignificante cómo ésto, injusto, todo lo qué pasa aquí, es injusto. Tantos años viviendo en las mismas reglas de los hombres, acepto qué yo también lo soy, pero es horrible ésto, inaceptable, ridículo, totalmente ridículo, éste mundo es el peor.

¿Es verdad qué Dios existe, no?, ¿Porqué ellas deben sufrir a manos del hombre? La forma en la que actúan es como la de un cavernícola, principalmente porque son el género más fuerte. AMBOS DEBEMOS SER RESPETADOS DE LA FORMA JUSTA, NO, DE LA MISMA MANERA, SIN IMPORTAR EL GÉNERO.

No creo ser el único en éste planeta qué tenga conciencia de lo qué ocurre, mis hermanos tenían miedo también y uno de ellos murió por culpa de un hombre inútil.

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⏰ Última actualización: May 06, 2022 ⏰

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