Episodio 2

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      Estaba acostado... No quiero recordar lo que ocurre todos los malditos días, solo podía tener los audífonos en mis oídos y como la música resonaba en mi cabeza, al lado solo había una ventana dónde podía ver la ciudad, era tan hermosa, sentir el aire frío y la paz que se vé mayormente en la ciudad, aunque eso no era suficiente para quitar lo horrible que es este lugar... Estaba desanimado, no quería mirar a nadie, mi madre murió en mis brazos... Ya había pasado unos días de su muerte... Fuí yo quien la enterró, solo sin que nadie se diera cuenta, mostrar afecto a una mujer ya sea amor o cariño es algo que no se debe hacer, siempre hay castigos o muertes más que todo... Por eso este mundo está siendo destrozado por los hombres, aunque lo sea también me hace sentir inservible ya que por ser "el género más fuerte" y "tener todo el derecho del mundo" es algo que detestaba de mí mismo... No es fácil aguantar muchas cosas siempre en todo los años...

     Dejé los audífonos y ya acostado me quedé pensando en cómo me despedí de mi madre, hasta quedarme dormido poco a poco...

      Siento que mi mente retumbaba con escuchar el reloj vibrar y dar golpes a su pequeño timbre, abrí mis ojos con algo de desánimo, me levanté un poco adolorido, al parecer dormí mal, llegué y al cepillarme la voz ronca de mi padre hizo que reaccionara y recordara lo que me dijo ayer... Saqué mi cabeza por la ventana y lo miré, me gritaba que me apurara y tuve que hacerlo...

       -- ¡Dame tiempo! -- Desesperado salí y lo único que escuché de parte de él fué las mismas palabras que utilizaba cada vez que tardaba...

      -- ¡Muévete idiota! -- Eso era algo que ya no me dolía, me acostumbré a qué repitiera eso... Duré como unos 30 minutos dejándolo plantado, me había dado una ducha, ya al salir vestido me esperaba con los brazos cruzados y su rostro de viejo amargado...

       -- Abre la puerta... -- Le decía a otra de sus esclavas toda maltratada, yo entré al auto y no quise mirarla más, siempre que hacía eso el dolor en el pecho era presente...

       Duramos más de 10 minutos en el auto, hacía demasiado calor, ya comenzaba a preocuparme por la pobre mujer... Mi padre siempre las lleva en donde guarda sus maletas o herramientas, si... Atrás de nuestros asientos... Miro llegar a la casa de mi padre, dónde estaban mis hermanos esperando... No quise mirar a ninguno de ellos, a veces me preguntaba si ellos eran mudos, ninguno mantenía contacto, nunca nos llevamos bien, éramos tan diferentes...

       -- Llegamos... Es hora de que tengan a sus esclavas... -- mi padre comenzó a dar golpes no tan fuertes haciendo que la chica que estaba en el maletero saliera y desanimada abriera nuestra puerta, cuando iba por la mía yo nada más con mi mano salí del auto, ella me miraba sorprendida y mi padre llegó a intervenir...

      -- Estúpida perra, has bien tú trabajo, tardaste tanto en abrir nuestra puerta... -- Estuvo apunto de golpearla pero yo lo detuve fríamente, estaba serio ya que no era un día maravilloso... Pero ninguno fueron los mejores... Siempre vivía sufriendo y ahora... ¿Debo hacer sufrir a una chica?

      -- Nosotros estamos aquí para no perder tiempo, vámonos, quiero irme de esta pocilga -- miré a mi padre unos segundos y aparté mi vista, tan solo caminé dejándolo ahí parado hasta reaccionar y seguirme...

      Mis hermanos no hablaban, se me hacía siempre que eran extraños, todo era seco y parecía que lo muerto se postrara en mi nariz, ese olor es asqueroso, caminé hasta llegar a la puerta... Al lado de ella estaban varias chicas que construían el edificio y lo limpiaban, ya no ví más eso y rápidamente entré y por dentro estaba todo lujoso, pero asco daba para mí...

      -- ¡Bienvenidos! ¡Todos están en su casa! -- Parecía muy feliz, aunque seguía con la mirada fría... Por un momento me sonríe y me da la mano para hacer un saludo...

      -- No quiero manchar mis manos con las tuyas, que asco -- sabía que él era el dueño de este lugar, dónde habían esclavas por doquier... Mi padre se acerca a él hombre que quedó atónito, su traje peculiar parecía sacado de una lavadora, pero en vez de agua, es sangre, en vez de jabón, los llantos de chicas emanaban en él... Lo ignoré y seguí caminando...

       -- Discúlpeme... Lo que pasa es que está apresurado... Tiene muchas cosas que hacer... -- Se acerca a mí con pasos algo fuertes de enojo...

      Tan solo lo ignoro y sentir fuertemente como me toma del hombro y me hace voltear hacia él hace que lo odie más...

      -- Te comportas porque perderé la paciencia contigo... -- El ambiente tenso que hasta mis hermanos y el dueño del edificio lo podían sentir... Hasta que abren 3 puertas dejando ver a tres mujeres...

      -- Bien, aquí están las chicas pedidas... Señor Demon... -- Le habla a mi padre y quita la vista en mí y hago lo mismo, miro las tres puertas, dónde cada chica es diferente... Hasta dejar ver a una chica de ojos azules profundos como el mar y el cabello plateado como la luna... Ahí fué cuando me quedé hipnotizado sin moverme un segundo ni quitar mi vista en ella...

EN LA ANTIGUA [MELIZABETH]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora