【Capítulo único】

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Desolación X Abandonado X Perdón
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Oscuridad.

Para Gon todo era oscuridad, la misma penumbra y el horrible desconsuelo.

Por eso caminaba firme, sabía que esa podía ser su única oportunidad.

Se acercaba a lo que era su hogar, su gran casa a los ojos de todos, las personas que siempre estaban pendientes de cualquier cosa que ocurriera en la urbanización donde vive. Pero no era cierto, el omega ya no dormía bajo ese techo; desde hace pocos meses se refugiaba en una de las propiedades de su marido, y este lo sabía.

Una gruesa capa cubría su cuerpo, lo abrigaba del frío y lo protegía de la lluvia, que no era violenta, sino tranquila y melancólica en ese campo de tensión y desamor. Con pasos ruidosos, por la humedad, llegó a la puerta gigante y se encontró con el anciano portero, que lo reconoció al instante y se compadeció de él: sabía sobre lo ocurrido.

Frente a él, pidió —. Por favor, déjeme entrar... Necesito ver a mi señor. —Y el buen hombre asintió, haciendo una pequeña reverencia mientras se recordaba de las palabras de Gotoh, uno de los mayordomos más fieles y respetados: "Tienes que obedecer al amo Gon también, aunque traten de negarlo, el cachorro que espera es hijo del amo Killua".

Las puertas se abrieron, llamándolo a ingresar, y el corazón del moreno dio un brinco; agradeció sinceramente y dio el primer paso dentro de la gran residencia. Oh, los hermosos y no tan lejanos recuerdos aparecieron.

Continuó caminando hasta encontrar las escaleras, apreciando cada detalle del elegante lugar al cual quería regresar, donde pertenecía. Subió lentamente grada por grada y sonrió destrozado, no quería morir.

Aunque haya hecho mal.

No había luz, nada que iluminara su camino, el gestante no necesitaba una lámpara de aceite; su memoria bastaba, su desarrollado olfato era suficiente para guiarlo hacia su amado, quien estaba en la recámara principal.

Pasos sigilosos, su respiración pausada y serena mantuvo, decidido a revivir esa llama de pasión en su matrimonio, tenía que recuperar su felicidad... Sin importar que eso signifique arrodillarse ante ese alfa, el hombre que valora más su orgullo.

Al llegar a la puerta, sus tersas manos retiraron su capa empapada y esta cayó al suelo, mostrando su vestidura de un puro color blanco.

Estiró su túnica y la acarició con gentileza, respirando profundo. Su padre omega le había dicho, tiempo atrás, sobre la debilidad que tiene un alfa. Le pareció absurdo, humillante y repugnante. No obstante ahí estaba: recordando cada día de pena para que sus lágrimas salgan y sus feromonas emitan un sentimiento de tristeza.

Sabía que sus feromonas eran la clave principal; no eran tan fuertes como en su temporada de calor, pero tenía la ventaja de que su embarazo hacía el aroma más dulce y atrayente, sus sentimientos también ayudarían. Por eso lloraba.

Llorar, odiaba llorar, siempre pensó que llorar era para débiles, y él no lo era. Pero también, por otro lado, estaba el hecho de conseguir lo que quería.

Y lo que quería era recuperarlo, ser perdonado. ¿O simplemente no quería ser apedreado hasta morir?

«No...» Negó. «De verdad lo amo».

Y amarlo dolía, dolía porque cuando se dio cuenta ya era tarde. Cometió un error.

Una protectora caricia fue dejada en su vientre, que todavía podía pasar desapercibido; su cachorro fue su salvación en esa horrorosa tarde. No lo quiere dejar huérfano, porque sabe que no importa que demuestre que el alfa es su padre: si Killua no lo perdona, lo repudiará de todas maneras.

El odio y el querer┃KillugonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora