Capitulo N°13

0 0 0
                                    

POV Theo

No me importaba que ella me mirara de manera despectiva, solo queria que saliera de ahi.

Así llegaba a preguntarme porque las relaciones tóxicas no terminan y la respuesta era más sencilla de lo que parecía. La otra persona llegaba a doblegar tanto tu voluntad que ya nada importaba.

Asi estaba ella y yo estaba a punto de enloquecer, decidí por ella y la cargué pero sus ojos se llenaron de lágrimas como quien lucha más consigo mismo que con los demás.

Yo conocía esas peleas a la perfección, aún las tenía y su recuerdo era lo único que me mantenía en pie.

Por eso sabía lo que significaba echarse a llorar porque ya no puedes más.

La bajé con la misma delicadeza que la había subido y comencé a limpiar las lágrimas que caían por sus mejillas.

-Esta bien, esta bien, encontraré otra manera que no sea escapando -le dije.

Aunque siendo honesto esto me estaba dejando sin opciones. Ella miro la puerta y yo lo entendí.

-Volveré luego -le di un beso en la frente- lo prometo.

Ella solo asentía pero para ser sincero creo que me consideraba un delirio, su mirada estaba muy lejos de donde estabamos en realidad. Iba a ser muy difícil que regrese pero no me iba a dar por vencido tan fácil.

Sin embargo, para rescatarla y que sane necesitaba recursos digamos más ilimitados de los que ya tenía.

-Yo puedo, yo puedo.

Me repetía lo mismo mirando mi reflejo en el pedazo de espejo que tenía, tuve que ducharme y ponerme la ropa más limpia que tenía.

Me analice, llevaba unos jeans desgastados y casi totalmente descoloridos con unos tennis que en algún momento fueron blancos pero ahora estaban plomos por tanto caminar y una polera azul, bueno eso era lo más decente que encontré.

De todos modos iban a juzgarme, daba lo mismo porque, suspire por última vez antes de salir.

-Lo haces por ella -me repetí.

-Te necesita.

Aunque no era verdad, por más que llegara a necesitarme jamás lo aceptaría, sé que se negaría rotundamente a mis planes.

Estaba tan cansado de esto que dude faltando media cuadra para mí destino, quizá ella no quería que la salve.

Solo quería estar allí esperando un cambio que nunca llegaría, esperando que la vida siga su curso.

-Esto no se siente correcto.

Hablé en voz alta.

-Es mejor volver.

Estaba a un paso de irme, di media vuelta y entonces lo escuché reir, eso me detuvo, voltee para verlo y me escondí en la entrada de un callejón que estaba ahí.

-Pronto tendrás a mi hijo, solo mío -decía con una gran sonrisa mientras acariciaba la barriga pronunciada de una mujer.

Ella solo sonreía condescendiente, mis ojos se tornaron rojos de ira, él iba a tener un bebé.

Solo la mantenía como un trofeo, ¿Ella lo sabría? ¿Estaba dispuesta a ser la mujer trofeo?

Quizá si, ella estaba tan sumergida en los deseos de otros que ya nada le importaba o tal vez no tiene otra salida.

Mira la navaja en mis manos, siempre hay otra salida, para algunos. Hay manera de cambiar tu destino, solo que para cambiar su destino tendría que redireccionar el mío.

Eso ya no me importaba, cuando te quedas sin nada ni nadie alrededor, solo te interesa salvar a las pocas personas que aún están a tu lado.

Ahora tenía un nuevo problema la mujer, si ella no se iba era muy probable que termine herida.

Los miré nuevamente, él era feliz con ella no entendía porque mantenía en su casa a Julia. Podía haberse ido muy lejos o dejarla ir.

-Nos podemos ir ¿Verdad? -consulto la mujer y eso me hizo prestar atención a la conversación nuevamente.

-Vete a casa y yo iré más tarde.

-Irás con ella ¿No? -preguntó la mujer en tono despectivo- está completamente loca no entiendo porque sigues con ella.

-No es tu problema -dijo molesto.

-Que no es mi problema ¡En serio! -estaba alterada- me dejas por ir con ella, pensé que con el embarazo las cosas cambiarían pero todo sigue igual solo te importa ¡Tu maldita esposa!

Vi de reojo como ella levantó la mano para darle una cachetada y él la detuvo a tiempo, no escuché que le dijo con exactitud pero si llegué a oír sus sollozos.

Detuvieron un taxi y él la dejo ir.

Era mi oportunidad, ahora o nunca me repetía en el interior, sus pasos se acercaban. Lo había seguido un par de semanas, sabía que por este callejón pasaba cada vez que iba a casa.

Estacionaba su auto aquí en lugar de hacerlo en el parqueo del hospital, tenía rutinas extrañas. No me interesaba nada de eso ahora solo quería que Julia fuera libre.

Espere pacientemente tras su auto, era mejor que parezca un robo, desbloqueo el cerrado automático y abrió la puerta.

Me avalancé por la espalda para quitarle las llaves, él no quería entregarlas y empezó a luchar. Yo lo hice en defensa propia, recuerdo sentir puños y empujones, lo golpeé y cuando estaba apoyado en la puerta del auto saqué la navaja.

Al ver el filo del arma el retrocedió repitiendo que se rendía, él si pero yo no. Tembloroso me dió las llaves del coche.

-Dejame ir, tienes lo que quieres -dijo con voz temblorosa.

Entonces recordé, cada golpe que yo presencié por la ventana, cada grito, cómo hizo que ella se fuera apagando,  las veces que la encerró, cuando la lleve al hospital.

Todo se acumuló en mi mente y decidí por él.

Lo apuñalé tantas veces que hasta hoy no recuerdo cuántas, tomé el coche y me fui dejándolo en el suelo como la basura que había sido mientras vivía.

Acelere a más no poder y llegué hasta el borde de un barranco, si quería que ella sea libre debía deshacerme de todo.

Trabe el acelerador con el motor apagado me aseguré de que todo concordara por si algún día lo hallaban y encendí el auto.

Me quedé mientras se incendiaba, deseaba esperar hasta el último minuto pero era demasiado tiempo, volví caminando y miraba la navaja. De algún modo debía desaparecerla.

Seguí caminando y me fui por la opción más obvia la dejé en la basura, entra un montón de vidrios rotos que difícilmente revisarían.

Todo parecía estar a mi favor, hasta que volví para verla, la policía no llegaba aún por lo que abrí la puerta de la cocina. La abracé y ella miraba la puerta nerviosa.

-No llegará, ya no -le repetía mientras la abrazaba- subamos ¿Si?.

Ella asintió aunque me miraba confundida.

Jamás Donde viven las historias. Descúbrelo ahora