Capítulo N° 4

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Una semana había pasado de aquella noche. Julia repetía en su cabeza "no se si llegue a cenar" con la voz de Pablo presente.

Era obvio que él no había llegado a cenar, es más no llegó a dormir siquiera y cuando apareció estaba completamente ebrio y con una mancha de lápiz labial color carmín en la camisa.

-¿Qué significa esto? -preguntaba ella en un fallido intento de sonar indiferente.

-Lo que parece mujer.

-De nuevo -se le quebraba la voz- ¿Con quién?.

-Eso que importa -replicaba entre hipidos.

-¡No te quiero en la misma cama! -grito sin más.

-Eso no lo decides tú -forcejeo Pablo en un intento de subirse encima de Julia.

-¡No! -pataleaba.

-No sirves para nada -emitió con desprecio- ni para el sexo.

Julia se estaba rompiendo en pedazos pero no le daría el gusto de verla caer, eso jamás.

Se deslizo por debajo de él para zafarse de su agarre y salió de su habitación para dirigirse a la de invitados en la que se encerró todo el día. Asegurándose de trabar la puerta por si él intentaba entrar.

Lloro, se desahogo, hizo ayuno el día entero solo por no ver la cara de aquel ser que también habitaba esa casa, porque a veces así se sentía como una simple casa y no como un hogar.

Cuando salió al fin, no lo encontró ya que había oído el motor del auto alejándose. Se encontró con un gigantesco ramo de flores acompañado de una nota.

Se que esto no enmienda el error pero tal vez ayude que tengo un curso esta semana al otro lado del país, quizá cuando vuelva podamos hablar.

PD: Dejé comida en el microondas, no la desprecies.

Te ama,
Pablo.

Julia estaba más que furiosa y lo primero que hizo fue hacer trizas la nota, iba a tirar las flores pero se convenció de que ellas no eran culpables.

Pasó todo el día en casa como era costumbre observando el jardín, hasta que un ruido la sobresalto. Sin duda acababan de romper algo y el sonido provenía de la casa contigua.

El barrio de Julia no era muy lujoso pero los vecinos que vivían allí eran muy pocos así que decidió indagar un poco más. Esa casa estaba abandonada hace muchos años, la dueña había muerto y al no tener herederos nadie se hizo cargo.

Camino lentamente hacia la puerta desvancijada y entreabierta, por más que todas las alarmas en su cerebro se dispararon ella continuo su camino.

Entró en aquella vieja casa y escucho un ronquido, se asusto de inmediato y quiso retroceder pero una mano la atrapo en el acto.

Quiso gritar y una voz gruesa le pidió silencio.

-Es mejor que salgas de aquí.

Ella volteó para verlo y pudo ver a un joven de no más de 25 años con pinta de indigente, intento abrir la boca pero él negó.

-Hazme caso -susurró cerca de su oido.

Esa acción le causó un escalofrío y no dudo en hacer caso a sus palabras, una vez fuera de esa casa y dentro de la suya al fin pudo soltar el aire que estaba reteniendo.

Las preguntas giraban en su cabeza ¿Quiénes eran? ¿Desde cuándo estaban alli? ¿Cuántos eran?.

Decidió comer en la cocina y trancar de manera extrema las puertas incluso puso sillas y campanas en ellas para que le advirtieran de cualquier cosa inusual.

La semana que paso sola en casa se sintió asustada y a pesar de la pelea con Pablo deseaba que este vuelva para poder tener alguien que la proteja, lo llamo para averiguar cuando volvería y este le aseguro que sería para el día especial. Ella lo esperaba con ansias de sentirse protegida.

Por suerte Pablo llegaría a las 6 de su viaje, bueno al menos eso decíala agenda que habia encontrado Julia en su escritorio.

Habia días ordinarios y especiales en la vida de Julia, uno de ellos era el día de hoy. Su aniversario de matrimonio aunque Pablo no era el mejor esposo ni el hombre más detallista pero jamás había olvidado un aniversario.

Julia por su parte cada año se esmeraba más porque de manera inconsciente no quería que su único "cable a tierra" o matrimonio se acabará. Todos los días a pesar de las lágrimas, los desplantes y las constantes infidelidades de su esposo ella muy en el fondo quería creer que él cambiaría.

Cada aniversario se esmeraba por arreglar todo y darle una nueva esperanza a su matrimonio, un nuevo motivo para quedarse aunque en el fondo sabía que no podia hacer eso eternamente.

-No pienses en eso ahora -se animo.

Preparó la comida favorita de él, rabioles porque a ella le encantaba la trucha pero a Pablo no le gustaba y quería complacerlo.

Se esmero en que todo quedará perfecto para la cena, suponía que hasta las 7 Pablo estaria en casa. De hecho adorno la casa y la decoro de manera romántica.

Pero la hora pasaba, eran las 7, las 8 y ella prefería mantener la esperanza de que algo habia pasado. No podia con la curiosidad y llamo al hospital.

-Buenas noches -fingió una voz más chillona- quiero hablar con el Dr. Pablo Hernandez.

-El Dr. Hernandez esta de vacaciones señora pero digame quien lo busca.

Sintió una punzada y trató con todas sus fuerzas de no sollozar.

-¿Cuándo vuelve?.

-Este lunes. Dejeme algún dato.

Insistía la chica en el teléfono.

Colgó.

Su corazón más partido de lo que estaba hacia de sus sollozos algo común para ella.

¿Cuánto más podré aguantar? ¿Cuánto tiempo más tenía que esperar?.

Julia siempre se hacía esas preguntas a pesar de nunca encontrar respuesta ella mantenía la esperanza de que su vida diera un giro aunque nunca hacia nada para lograrlo.

Siempre prefería quedarse en silencio llorando, encerrandose en su dolor corrió a la habitación de huéspedes, su nuevo cuarto para poner candado a sus emociones.

Pablo por su parte insistía en mantener a raya sus sentimientos, lo que estaba haciendo estana mal y lo sabía pero no quería perder a ninguna.

Sobretodo no queria perder a Julia, se lo repetía todo el tiempo. Nunca se iría de su lado.

Jamás.

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Espero les guste.

Los leo pronto.

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