Capítulo N° 3

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El lunes llegó tan rápido como se fue y Julia seguia con la misma rutina, no había perdonado a Pablo pero tampoco le decía la verdad: "las cosas eran diferentes" pero si se detenía a pensar en ello las cosas siempre eran diferentes y ella siempre seguía ahí.

Pablo por su parte, estaba tan convencido de que su esposa era la culpable de todo que solo tenía pequeños lapsus de arrepentimiento cuando en realidad no sentía remordimiento alguno.

Lunes de nuevo, cada uno seguía su rutina. Pablo en su habitual trabajo como médico cirujano de renombre, aquel que podía tener a cualquier mujer en la cama o eso era lo que pensaba. Sin embargo y a pesar de pasar de mujer en mujer tenía dos preferidas, Julia y Lorena, la segunda era su amante habitual que trabajaba en el mismo hospital y que aunque él lo negara con vehemencia se estaba convertiendo en algo más que una del montón.

Julia por su parte, volvía a la rutina del hogar, rutina en la que se sentía vacía y que solo seguía para no cuestionar sus decisiones y su vida en general, con el paso del tiempo esa mujer rebelde y de carácter que era en el pasado se había convertido en una sombra muy pequeña que se sentía como un ave asustada a la simple mención de un cambio pequeño o drástico en su vida.

Pablo salió de la casa con la idea de buscar a Lorena, era un nuevo día y la tristeza, o lo que sea que él entendiera por tristeza, había pasado.

"Nunca se dará cuenta", pensaba para si pero no se refería a las mujeres con las que se acostaba y de las que Julia estaba más que enterada, se refería en específico a Lorena.

-Me voy amor -sentenció al darle un beso en la frente.

-Suerte en el trabajo -contestó automáticamente.

Apenas escucho el rugir del motor del auto qur estaba estacionado afuera y al que ella ni se subía, se puso a llorar, sintiendo como su corazón se partía en millones de pedazos. Siendo consciente del gran peso que había aceptado cargar con ella mientras siga a lado de Pablo.

-Pero estoy sola -se repetía- no puedo causarle más problemas, además Pablo no es un mal hombre -se engañaba- él solo esta pasando por una etapa difícil.

Se quedó llorando por un largo tiempo mientras miraba por la ventana que daba a su pequeño jardín, ese jardín que había sido testigo de los primeros años de su vida de casada ahora todo eso parecía un sueño tan lejano que hasta era una utopía pensar en ello.

Después de un largo tiempo Julia se levantó de la cama, parecía haber sobrevivido a un torbellino ya que cada parte de su cuerpo dolía, aún así ella se mantenía en silencio con el rostro empapado de lágrimas pero tratando de ocultar su tristeza.

Sin más ella se dirigió a la cocina para preparar su desayuno, pero que iba a comer si no tenía ganas de nada, el agotamiento psicológico al que había llegado se estaba convirtiendo en un dolor físico. Un dolor que pocas veces en la vida se siente pero cuando pasa todo se convierte en una pesadilla.

Sin más que hacer Julia se preparó un café y se sentó a tomarlo mientras miraba por la ventana, contemplando la nada misma, nada que consumía su vida y que ella miraba sin más que decir.

Pasaba el tiempo, ella miraba el reloj, escuchaba los segundos pasar convirtiéndose en minutos y veía su vida tan vacía como el sonido del tic tac.

Cuando dieron las 11, Julia decidió cocinar para su amado esposo como ella lo llamaba solo para que las cosas funcionen, solo para seguirse engañando y fingir que tupido estaba bien.

Cocino para distraer la mente, sin pensar en nada especial, sin ilusiones, esperando a que Pablo llegará. Al acabar decidió entrar a la ducha, el único lugar de la casa donde podía estar con ella, donde imaginaba un montón de realidades adversas en las que era feliz, en las que contaba con una familia y un matrimonio real.

Llego Pablo y la saludó.

-Mi amor, estas hermosa hoy -decía mientras acomodaba el ramo de flores que traía para "ocultar" sus malas acciones.

-Pablo, amor mío. Espero que hayas tenido una excelente mañana.

-Siempre que tengo turnos cortos es un buen dia.

"Turnos cortos" le llamaba Pablo a su amante de hospital, ahí estaba intentando justificarse aunque ella no haya pedido explicación.

Julia vivía en su propia burbuja igual que Pablo, sin saber que cosas pasaban por la mente del otro, sin confianza, sin amor.

Comían en silencio y en general la semana era tranquila, hasta que llegaba el viernes y todo signo de paz se iba, hasta que todo se volvía palpable y real.

Pablo después de almorzar se fue a visitar a sus "pacientes".

-Mi amor tendré una tarde en extremo ocupada.

-Esta bien.

-No se si llegue a cenar.

-No te preocupes Pablo, se que el trabajo es importante.

Julia tenía una sonrisa, siempre la misma sonrisa tonta que ni ella se creía pero que a su marido le daba exactamente igual. Apenas él se fue, ella comenzó a practicar técnicas de tejido, su pasión era tejer. Su favoritismo por las prendas de neonatos era evidente pero Pablo no reclamaba porque al menos la veía sonreír y según él era felicidad pura

Vivir engañados nunca les hizo bien, pero no sabían vivir de otra manera.

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Lo sé, tarde años en volver aquí pero esta novela tiene mucho que contar y actualizaré cada semana entre sábado y domingo.

Espero les haya gustado el capítulo.

Los leo pronto

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