Capítulo N° 9

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Al despertar encuentra un hombre a su lado y son sus ronquidos los que la despiertan.

Esta desnuda, su ropa esta en todas partes. Siente vergüenza y temor, sus lágrimas son como una llave de agua que ha sido abierta.

Intenta no sollozar y levantarse con cuidado.

-¿A dónde vas? -escucha una voz ronca que le habla.

Siente miedo pero traga saliva antes de hablar.

-Al baño.

-No tardes.

Se siente prisionera de su propla casa, de ese cuerpo que ya no es suyo sino de aquel que la tomo por la fuerza.

Al cerrar la puerta del baño y abrir la llave de la ducha lo único que puede hacer romper a llorar hasta que las lágrimas se acaben.

Pasa un tiempo asi, llorando mientras el agua cae sobre su cuerpo, siente vergüenza de ella, de lo que ha llegado a ser.

Solo sabe llorar y una vez que termina de bañarse sale para vestirse y ve como Pablo la espera en la cama.

-Ven aquí -palmea la sabana en un puesto a su lado.

Ella siente asco pero prefiere no decir nada.

-No trabajas hoy -murmura.

-Eso es un problema -la voz de su acompañante es imponente.

-Solo preguntaba.

-Te amo -le dice él.

Julia quiere llorar pero en su lugar respira profundo.

-Yo a ti -pronuncia de manera inaudible.

-Dilo más fuerte -ordena.

-Pablo -necesita salir de ahí.

-Dime que me amas -presiona su brazo.

-Me lastimas -dice ella.

-Dímelo -pronuncia él sin darle importancia a su pedido.

-Pablo -pide en un susurro.

-Eres una estúpida que no se contenta con nada.

Julia siente el vacío y la soledad de nuevo pero esta vez no emite palabra. Sin embargo, el ser que coexiste a su lado no tiene la misma paciencia que ella por lo que está a punto de ser golpeada de nuevo cuando algo lo detiene.

-No voy a golpearte -pronuncia firme- no lo vales.

Lo dice con tanto desprecio que ella siente como se quiebra lentamente.

-Pablo -balbucea- yo..

-Cállate -es lo último que pronuncia para salir de la habitación.

Ella solo es capaz de hacerse un ovillo en la cama, estos años le habían quitado tanto que ya no importaba lo que sucedía con ella.

Pablo salió de la casa hecho una furia solo para encontrarse con unos tipos de aspecto descuidado que lo miraban desde una casa próxima.

-Y ustedes ¡Qué me ven! -gritó, viendo como uno de ellos se levantaba para ir a su encuentro.

Pablo era bastante fuerte para golpear a una mujer pero cuando las cosas se tornaban equitativas él ya no tenía tanto valor.

Se subió al auto a toda velocidad para escapar.

-¿Por qué te sigues metiendo en problemas? -le dijo él más alto a Teo.

-No te incumbe.

-No creo que debas verla, ese tipo podría meternos a la cárcel.

-No me importa.

A pesar de todo, Teo sentía un gran cariño por Julia, no podía dejarla solo porque si.

Tuvieron que pasar horas antes de que él se acercará preocupado, pues en esa casa no habían abierto las cortinas y se sentía un aura de tristeza.

Llego el medio dia y nada pasaba, por lo que su mal presentimiento se hacía cada vez más fuerte.

-Te repito que no es buena idea ir.

-Te recuerdo que no me importa -añadió Teo.

Se acercó lentamente como un gato hacía su presa, teniendo cuidado de que esta no huya. Tocó la puerta con suavidad para luego apegar su oreja a ver si podía oir algo.

Después de un rato ahí se decidió por golpear y tocar el timbre, se asomó por las ventanas con las cortinas cerradas pero nada paso.

Espero un tiempo más, esto comenzaba a preocuparle ya que Julia normalmente salía para decirle que no la buscara más, en esta ocasión nada pasaba.

Del otro lado estaba ella frente a la cocina con un cuchillo en las manos, recapitulando todo lo que había sufrido a lo largo de su vida.

Mirando hacia la nada como perdida em alguna parte, en algún recuerdo más agradable.

Miraba su muñeca izquierda con el cuchillo en su mano derecha, a veces sentía que si se presentaba en un cajón podría tener mejor suerte y más ánimos que ahora.

El filoso cuchillo mostraba su reflejo pero ella no decía nada solo esperaba, nadie que la viera podía saber a ciencia cierta que esperaba solo que no se movería de ahí hasta conseguirlo.

Paso un tiempo más con Teo fuera de la casa hasta que este estaba por rendirse y decidió ir por el patio de atrás.

Su cara era una película cuando descubro como Julia atravesaba con ese cuchillo asi muñeca de un solo corte, certero. Único que podía demostrar lo firme de su actuar.

Teo corrio hacía la puerta para salvarla pero no estaba abierta, la habían trabado a tal punto que solo podria abrirla un grupo de expertos.

Él desesperado por su amada golpeó la ventana, gritó, pidio auxilio sin saber que ella estaba en otro mundo.

-No te perderé de nuevo --dijo él al reaccionar.

Nadie se da cuenta que aquello que quiere salvar siempre está ya perdido porque suponemos que el daño siempre es remediable aunque nunca lo sea.

Salió gritando por ayuda, pidio socorro en todos los vecinos, se decepcionó al ver la antipatía de la gente.

Era capaz de todo por la mujer que amaba pero no encontraba ayuda.

***
Este capítulo es uno de los que más me costó escribir.

Es de aquellos que son crudos pero espero reflexivos, la gente tiene muchas cosas tristes que no deberíamos usar como arma y la violencia psicológica es la peor de todas.

Espero que la gente lo entienda un día

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